Casi con toda probabilidad, y es lo que deseo con todas mis fuerzas, cuando lea este artículo habrá llovido o lo estará haciendo o lo hará. Lo digo porque desde mediados de semana ya se estaba hablando del cambio de tiempo y de las altas ... posibilidades de precipitaciones a lomos de esa dana que se predijo llegaría en estos días. Y con la dana lluvia, viento, bajada de temperaturas y demás, algo que debemos recibir con los brazos abiertos aunque hay quien se lamenta si no puede ir a la playa y olvida que acabará harto de arena, mar y calor en los próximos meses. Porque es importante que llueva. Para limpiar la atmósfera, para quitar porquería de nuestras calles, para que se rieguen de manera natural nuestros parques y jardines y para que el campo reciba esa agua del cielo que últimamente tan difícil es de contemplar. Sí, la sequía está haciendo estragos y la falta de agua es cada vez mayor y los ciclos secos se repiten con más frecuencia y duran más. Según los entendidos los periodos de sequía y de falta de precipitaciones son normales y según aventuran cada diez años se repite un episodio de estos que hacen saltar todas las alarmas y nos sume en la preocupación. Así pues, parece que ahora estamos viviendo un ciclo de estos de sequía que se superará tarde o temprano y que nos llevará a la normalidad para hundirnos otra vez en la miseria de la sequedad nuevamente en dos lustros.
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Y parece que lo anterior adormece la conciencia colectiva. Si nos confiamos en que los ciclos secos se superan para dar paso a ciclos con más lluvias lo llevamos claro, además de demostrar que somos unos auténticos necios. Ahora nos hemos alarmado y mucho y lo que no sería coherente es que si comienza a llover nos olvidemos del problema. Los agricultores y ganaderos están pasando unos momentos tremendos y ya hay cosechas que no se van a salvar y futuras recolecciones como la uva o la aceituna que están en la cuerda floja salvo que las precipitaciones sean abundantes en el tiempo y en cantidad. Pero nosotros seguimos mirando a otra parte y como esto es cosa de ciclos que se repiten y que se superan pues parece como que no nos afectan. Dicen que nos acordamos de santa Bárbara cuando truena, pero ya ni eso. Ahora seguimos con nuestra apacible vida en cuanto al consumo de agua y cuando vemos que el problema se agudiza nos limitamos a sacar los santos a la calle y a recitar jaculatorias pidiendo agua. Y esto no es científico porque nadie asegura que las procesiones prolluvia o las oraciones hagan que lleguen las nubes y con ellas el agua. La UD Almería se encomienda todos los años a la patrona de Almería, la Virgen del Mar, pero eso no garantiza que vaya a meter más goles o a recibir menos o, en definitiva, ganar más partidos y a las pruebas me remito.
Estamos en plena campaña electoral y aunque queda una semana más no sé si los candidatos a gobernar nuestros municipios tienen previsto hablar de la sequía, cambio climático y calentamiento global que todo está íntimamente relacionado. Pero no solamente a hablar sino a poner sobre la mesa medidas estructurales y de emergencia para cuando falte el agua (o sea, ya mismo); y si van a ser tan valientes de proponer medidas restrictivas con el fin de ahorrar agua y de preservar las reservas que tenemos. Lo mismo si está lloviendo estos días o ha llovido se olvidan del tema hasta un nuevo ciclo seco o hasta tener que volver a ponerse sobre los hombros al santo de turno para sacarlo en procesión y rogarle que llueva. Igual ocurre eso y se olvidan de que, lo miremos por donde lo miremos, esta tierra es seca por naturaleza y tiene escasez de agua y se centran en sus grandes proyectos para hacer de esta tierra un destino turístico de primer orden y en desarrollar aquellas medidas que hagan que miles de personas de este país y de toda Europa (aunque quizá con el aumento de las tarifas aéreas se echen atrás), vengan a disfrutar de esta tierra en sus vacaciones. Que vengan a conocer el desierto de Tabernas y el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar y toda nuestra costa y la belleza de nuestros pueblos; que vengan a disfrutar de nuestra gastronomía y a descansar y relajarse olvidando que con ello aumenta el consumo de unos recursos de los que carecemos, aunque, eso sí, se incrementan también los ingresos en el sector turístico.
Lo mismo estos días ha llovido o lo mismo no, pero da igual porque cada diez años vivimos un ciclo de sequía que luego se supera y si no se supera echamos mano de los santos y de las plegarias. Mientras tanto gastemos agua como si no hubiera un mañana porque a lo peor no lo hay.
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