Llevamos un verano bueno. Junio y buena parte de julio hemos disfrutado de una climatología bastante benigna si bien el mes se ha despedido con altas temperaturas. Pero quien no se conforma es porque no quiere y recuerdo como una pesadilla el año pasado en ... el que las olas de calor empezaron en mayo y en junio ya perdimos la cuenta de las que habíamos sufrido.
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Así pues, lo que llevamos de verano no está mal y si a ello añadimos la Eurocopa y los Juegos Olímpicos de París como que todo es más llevadero, al menos para los que nos gusta el fútbol y el deporte en general. Vamos de cita en cita. Es decir, con la Eurocopa esperando el siguiente partido de la selección española y así hasta el 14 de julio en que se proclamó campeona de Europa. Entre partido y partido los días se hacían más cortos esperando el siguiente.
Con las Olimpiadas más de lo mismo, que si el partido de Alcaraz, que si el de Nadal, que si la selección femenina de fútbol, el waterpolo, el baloncesto y así un sinfín de citas deportivas que nos van llenando el tiempo y que hace que el verano se nos pase más rápido. Sin olvidar que una vez que terminen los Juegos Olímpicos de París el 11 de agosto nos quedarán apenas cinco días para que comience la Feria de Almería y con ella el mes se nos viene encima. Eso para los que no nos hace demasiada gracia el verano es una bendición.
Y con el fin de que el tiempo transcurra más rápido y el verano se me vaya pronto me estoy entregando a las competiciones deportivas de París que son todo un descubrimiento. Hay deportes que no tenía ni idea de que existían. Además de las competiciones de los deportes más tradicionales por equipos e individuales hay otros que son espectaculares y de los que apenas conocemos nada porque no son populares como para que los informativos de las televisiones les dediquen ni muchos ni pocos, simplemente les brinden algunos minutos.
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De todo ello, lo que más me ha llamado la atención es la deportividad. Hay escenas que hasta te llevan a la emoción. Sobre todo en los deportes individuales y ahora las vamos a ver más a menudo una vez que ya está en marcha el atletismo.
Hay disciplinas deportivas en las que los participantes parecen amigos de toda la vida, aunque no se conozcan o simplemente se vean de campeonato en campeonato. Deportistas que no tienen ningún reparo en felicitar y abrazar al campeón y que parece que el triunfo del rival es el propio. Atletas que hacen gala de una complicidad y una humanidad difícil de ver en esos que llamamos deportes de masas. Y todo ello es emocionante y de alguna manera te reconcilia con los demás. Porque en todo ello, salvo algunas excepciones, está exenta la política o las relaciones entre países por muy malas que sean.
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Los deportistas tienen el objetivo único de ganar en su disciplina deportiva y disfrutar con el esfuerzo y con lo que hacen y lo mismo les da pertenecer a países cuyos dirigentes son irreconciliables. Esa es la grandeza del deporte que si se extendiese al día a día y a las relaciones internacionales mejor nos iría.
También me ha llamado la atención quienes acuden a las distintas competiciones. Un público tranquilo que va a disfrutar y a animar a sus deportistas y que si ganan se vuelven locos de contentos y si pierden pues no pasa nada. Todos ellos respaldan a los deportistas de sus países pero no tienen inconveniente en reconocer el triunfo de los demás. Y todo ello me lleva a echar una mirada al fútbol, ese deporte de masas, de energúmenos, de salvajes, de exceso de testosterona… de gente que no duda en insultar al equipo contrario y tampoco en enfrentarse a otras aficiones.
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El fútbol en la grada es patético y penoso porque se nos ha ido de las manos y porque los clubes no han sido capaces o no han querido terminar con esa lacra de violencia física y verbal dentro y fuera de los estadios. No en todos, por supuesto. Y en el campo lo es aún más porque juegan 22 hombres no dudan en intentar engañar al árbitro, fingen o exageran lesiones e, incluso, se insultan o llegan a las manos. No sé, podían ver un poco más los Juegos Olímpicos e intentar llevar ese espíritu a su día a día.
Y otra cosa que me ha llamado mucho la atención es que en todas las disciplinas deportivas que he visto en ninguna se veía al deportista escupir. ¿Por qué en el fútbol se escupe tanto? Ni idea.
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