Catedral de Canterbury.
Ad líbitum

Anglicanismo

Se podría decir que la Iglesia nacional de Inglaterra es una mezcla entre Roma (catolicismo) y Wittenberg (luteranismo) o Ginebra (calvinismo)

javier pereda pereda

Jueves, 15 de septiembre 2022, 23:18

El fallecimiento de la reina Isabel II nos adentra en la historia, la tradición, la cultura y la religión del Reino Unido. Para lograr entender que los herederos de la Corona inglesa lleven asociado el título de 'Gobernador Supremo de la Iglesia de Inglaterra', tendríamos ... que remontarnos a la Reforma protestante. La causa principal de la separación de Inglaterra de la autoridad de la Iglesia romana, no fue tanto por la influencia de los intelectuales de la Universidad de Cambridge afines a Lutero, como por el comportamiento personal del rey Enrique VIII (1509-1547). El monarca de la Casa de Tudor era devoto de la Iglesia de Roma, llegando a obtener del papa el título de 'Defensor de la fe'; es más, se opuso con firmeza a la reforma luterana. Contrajo matrimonio por primera vez en 1509 con Catalina de Aragón (hija menor de los Reyes Católicos), con quien tuvo cinco hijos; murieron todos menos María, que sería reina de Inglaterra. Al no tener un hijo varón como heredero del trono y enamorarse de Ana Bolena, pretendió anular el matrimonio con Catalina. Pero el papa decretó la validez de dicho vínculo, que había obtenido dispensa por el impedimento de afinidad. El rey consiguió que la mayoría del episcopado inglés, junto con el apoyo de su amigo Thomas Cranmer, profesor de teología al que recompensaría nombrándole arzobispo de Canterbury, declarara válido éste su segundo matrimonio con la hija del duque de Norfolk; de esa unión nacería la futura reina Isabel I. El papa Clemente VII amenazó al rey con la excomunión, y entonces Enrique VIII promulgó una serie de leyes que originaron el cisma del país anglosajón con Roma.

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Los heroicos católicos que se opusieron a reconocer la supremacía del rey sobre la Iglesia, como el Lord Canciller Tomás Moro o el obispo de Rochester Juan Fisher, alcanzaron el martirio al ser decapitados. La misma suerte corrió Ana Bolena, por una acusación inexistente de infidelidad. El rey se casó por vez tercera con Juana Seymour, que murió al dar a luz a Eduardo, futuro rey. Ese año contrajo su cuarto matrimonio con Ana de Cleves, de quien se divorció. Poco después emprendió su quinta unión matrimonial con Catalina Howard, a la que mandó ejecutar. Su última y sexta mujer sería Catalina Parr.

Pese a que Enrique VIII sólo reconocía a su propia Iglesia nacional, se mantuvo al margen de los protestantes, con la práctica de la fe católica. Pero sus sucesores asentaron hasta nuestros días el anglicanismo, que representa a 198 millones de personas y 165 países. Eduardo VI (1547-1553), un menor de edad enfermo, estableció con sus asesores como fundamento doctrinal la Biblia interpretada por la razón individual y la Cena en el sentido calvinista. Le sucedió su hermanastra María Tudor, «María la Católica» (1553-1558) que, en honor a la fe de sus abuelos, abolió la legislación cismática de sus predecesores e Inglaterra volvió a la comunión con la Santa Sede. Cranmer fue recluido en la Torre de Londres y condenado a la hoguera. Esta persecución religiosa causó el efecto contrario. Isabel I (1558-1603) secundó los anhelos de su padre a favor de la Iglesia nacional, con el influjo de las ideas calvinistas, por lo que la ruptura con Roma quedó consumada. En el Reino Unido se considera a san Agustín de Canterbury (604) como el apóstol de Inglaterra. Se trata de saber quién ostenta la primacía en la sucesión apostólica: si el arzobispo anglicano de esa sede o el arzobispo de Westminster que recibió el palio de Roma.

Se podría decir que la Iglesia nacional de Inglaterra es una mezcla entre Roma (catolicismo) y Wittenberg (luteranismo) o Ginebra (calvinismo). También que es una síntesis entre el Episcopado, la Biblia, el Libro de Oración Común y la Corona. No obstante, la deriva de un amplio sector anglicano en promover la ordenación de mujeres o el matrimonio homosexual, ha originado el éxodo de numerosos fieles a la Iglesia católica, a través de los Ordinariatos anglicanos. En consecuencia, Enrique VIII provocó la separación de su país con la Iglesia católica, creando la Iglesia de Inglaterra, por la única razón de su soberbia y lujuria, para casarse tantas veces como quisiera. Su legado representa el paradigma del relativismo moral que enunciara Blaise Pascal: «Si no actúas como piensas, terminarás pensando como actúas».

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