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Los aniversarios de personajes ilustres o destacados son una ocasión adecuada para traerlos a nuestro presente y reconocer su valía, la mayoría de las veces olvidada. De tal manera que esas conmemoraciones, bien de su muerte o de su nacimiento se convierten en ocasiones para ... ejercer actos de justicia o reparación por no haberlos apoyado cuando estaban vivos. Con frecuencia los más afectados por esta falta de reconocimiento son los creadores que se atrevieron a mirar más lejos, que se adelantaron a su tiempo y trazaron caminos que otros transitarían más tarde y más cómodamente. Si en general en Granada somos poco amables con nuestros pensadores, artistas, escritores, pintores, o incluso políticos, mucho menos comprendidos suelen ser los inventores, los innovadores. Se comprende entonces que haya que echar mano de los aniversarios para sacarlos de la oscuridad y hacer que las nuevas generaciones sepan quienes fueron y lo que hicieron.
Este año se cumplen cuarenta desde que José Val del Omar falleció a causa de un accidente de automóvil y se están preparando actos para dar a conocer sus obras y su personalidad fascinante. Pronto se estrenará un documental titulado 'Val del Omar, poeta audiovisual', según ha adelantado IDEAL hace unos días, a cargo del cineasta sevillano Jesús Ponce. Es interesante que una película nos enseñe sus experimentos precisamente ahora, que la comunicación ha optado definitivamente por las imágenes en los diversos formatos.
Una de las facetas de nuestro paisano es su capacidad creativa, que le llevó a realizar una serie de inventos relacionados en su mayoría con el cine, que vivía en su época uno de los períodos más fructíferos de su historia. En la larga lista de aportaciones técnicas al cinematógrafo, se encuentran: el magnetófono de cuatro pistas, cuatro horas y cuatro velocidades; la primera máquina grabadora de cuatro canales y treinta y dos horas; el primer sistema mundial de cintas perforadas para sonido sincrónico en cine y televisión. Una de sus más importantes creaciones fue el 'Diáfono 54', una técnica encaminada a envolver a los espectadores, desbordando la pantalla por medio de su cámara-retina y los juegos de altavoces, un sistema que inventó ocho años antes que los norteamericanos frabricaran el 'cinerama', menos eficaz que el sistema valdelomariano. Otro de sus inventos lo denominó 'Táctil Visión'. Por estos y otros ingenios, nuestro cineasta recibió no pocas distinciones, como el premio de la técnica que le otorgó el Festival de Cannes en 1961, el mismo año en que Buñuel ganó la Palma de Oro por 'Viridiana'.
Pero no conoceríamos al verdadero Val Del Omar sin tener en cuenta su otra faceta como místico, como filósofo, capaz de integrar el pensamiento científico, racional y analítico, en busca de nuevas soluciones para los problemas, con la poética intuición, la mística, la contemplación y la experiencia directa del amor, la energía cósmica, el éxtasis, incluso. No cabe duda que la clave de su creatividad estuvo en la tensión entre las dos polaridades de su espíritu y su identidad.
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