Antifascismo fascista
marcial vázquez
Viernes, 5 de junio 2020, 00:04
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marcial vázquez
Viernes, 5 de junio 2020, 00:04
Dejemos a un lado el debate sobre qué es fascismo y el uso del término fascista, porque se ha asumido que lo único importante de este concepto es el significado que le ha dado la actual izquierda reaccionaria: fascista es todo aquel que no piense ... según el dictado izquierdista. Aquí, en nuestra casa, el insulto calificativo se alterna con el castizo 'facha'. Pero siempre la deriva autoritaria y estúpida de la nueva izquierda ha sido pionera en Estados Unidos, teniendo a Europa como alumna aventajada aunque los resultados finales de tal autodestrucción como democracias y civilización digna los encontremos en Argentina o Venezuela.
Por esto mismo, todo lo que está sucediendo en Norteamérica no podemos verlo como un simple problema de orden público, y ni siquiera como una cuestión de política interna, porque el eco de los efectos de la revuelta populista y civil que se intenta materializar en EE UU no van a quedarse en aquellas orillas del Atlántico. Sin ir más lejos, en diversas capitales europeas estamos viendo manifestaciones violentas donde las imágenes más impactantes las encontramos con policías de rodillas pidiendo perdón a manifestantes de raza negra. Cuando tú pides perdón por algo que no has cometido ni tienes pensado cometer en tu vida, le estás dejando al que se siente amenazado sin motivo una vía libre y amplísima para que ejerza sobre ti su tiranía preventiva. Ya lo estamos viendo estos últimos días a cuenta del absurdo debate sobre la naturaleza terrorista del FRAP. Ya no solo son los palmeros habituales de Podemos, en particular, o los activistas sanchistas frenéticos, en general; es que diversos medios, empezando por El País, están justificando la idea de que este grupo terrorista-marxista no puede ser calificado como terrorista porque luchaba contra Franco. Entiendo, por lo tanto, que todos los etarras que mataron hasta la muerte del Caudillo no deberían de ser considerados como criminales, sino como luchadores antifascistas.
La política del resentimiento o del malestar, que es la causa del veneno de la identidad que ha ido esparciendo la izquierda populista en estas últimas dos décadas, es la mayor amenaza para nuestras democracias y nuestra civilización tal y como las hemos disfrutado y entendido hasta no hace mucho. El problema racial en Estados Unidos es algo complejo y real, pero el uso del asesinato de un americano negro a manos de la policía está siendo propio de irresponsables incendiarios que en realidad no quieren justicia por esta desgraciada muerte, sino utilizar una excusa muy palpable y manejable- un cadáver sobre la mesa- para poner en jaque todos los pilares de la democracia liberal y la cultura de occidente, o lo que aun quede de ella. Estos días estamos presenciando declaraciones de políticos, activistas y diversa fauna de la subvención identitaria como si en América o en Europa estuviésemos volviendo a tiempos colonizadores donde la gente de raza negra estuviesen a un paso de ser tomados nuevamente como esclavos. Una técnica que sigue, golpe a golpe, la coacción mediática y política del feminismo radical o del ecologismo estafador de mentes enajenadas: no solamente no existen avances en la lucha contra el racismo, contra el machismo, la homofobia o la destrucción del planeta, sino que todos seguimos siendo racistas, misógenos, homófobos y guarros contaminadores, donde nuestra única salvación es abrazar el credo redentor de esta nueva iglesia progresista y sostenible. Más que creyentes nos quieren zombis integristas, dentro de su burka ideológico.
Por supuesto que Trump no es el presidente adecuado para sofocar toda la violencia antisistema y antidemócrata de los 'antifa' y demás tontos útiles que los apoyan. Pero, al final, si la sociedad aspira a un país que sea seguro y donde se pueda prosperar, puede que no duden en apoyar a un pirómano que actúa mucho en tuiter pero que aun no ha incendiado ninguna ciudad. La alternativa, en frente, es un demócrata que le dijo a un negro que si no le votaba a él sería porque no era negro. Creo que no existe nada más peligroso para la democracia que un político que le niega la dignidad a un ciudadano si no lo vota a él. Y en esto está metida de hoz y coz la izquierda antifascista.
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