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De Buenas Letras

La cuenta del viejo

Antonio Carvajal

Jueves, 10 de abril 2025, 00:20

Recién jubilado, dada su permanente sensación de cansancio, decidió que le vendría bien practicar alguna de las artes sedentarias; no la conversación, pues carecía de ... compañías dialogantes; no la pintura, para la que se sabía inepto, al igual que para la música; tampoco la escritura, porque le faltaban rudimentos técnicos y, para eso que muchos llaman poesía, le sobraba pudor y le estorbaba el decoro. Así que le dio por leer y reflexionar sobre lo leído. Y un día subrayó en el prólogo a 'Sonetos espirituales' de Juan Ramón Jiménez, allá por el año 2010, que posiblemente la perduración del soneto se deba a que esa forma poética muestra una tendencia a la proporción áurea acústica. El prologuista se declaraba ignorante de tal rama de la ciencia y avanzaba su hipótesis desde una operación aritmética elemental, la división del número de versos de la octava –suma de los dos cuartetos– por el de la sextina –suma de los dos tercetos–. El resultado era 1'3, de manera que no alcanzaba el 1'6 de la divina proporción, por eso el prologuista decía tendencia y no ajuste. No teniendo con quien hablar de estas fruslerías, pues en quince años no había encontrado una sola mención de los sabios al referido prólogo y las personas normales trajinan fatigosísimas yendo de su corazón a sus asuntos, se le avivó la curiosidad cuando adquirió los sonetos de Giacomo de Lentini, por fin traducidos al español –al cabo de ocho siglos– y editados por Alhulia en Salobreña. Y busca que te busca por lazos, entrelazos, flecos y trenzados de internet, hete aquí que en la puerta de la galería de Santiago Collado, donde acudió para deleitarse con la pintura de Pedro Garciarias, le llega una voz que comenta haber visto una reseña italiana de un libro en alemán que trata de la matemática del soneto, a lo que otra voz advierte que las artes verdaderas se sujetan a número, que sin números no hay verso y sin verso numeroso no hay ni melodía ni armonía entre palabras. Desde aquella voz caudalosa le llegó un comentario: «Habrá que ver ese libro por si el autor demuestra la proporción áurea del soneto, forma que sí responde a la proporción cordobesa, según la llamó su descubridor en arquitectura, Rafael de la Hoz Arderius, fruto fértil y bello de la aritmética árabe».

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