El PSOE de Granada en el Congreso de Suresnes
Antonio María Claret García
Sábado, 26 de octubre 2024, 22:46
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Antonio María Claret García
Sábado, 26 de octubre 2024, 22:46
En los últimos días se han sucedido artículos y actos con motivo del cincuenta aniversario del Congreso del PSOE en Suresnes que renovó, algunos dicen ... refundó, el viejo partido de Pablo Iglesias y eligió a Felipe González como secretario general. Poco o nada se ha escrito, sin embargo, del papel que jugó la federación de Granada en aquella asamblea.
Tras la escisión, en 1972, del PSOE histórico la agrupación socialista granadina había quedado deshecha. Todos sus miembros se unieron a Llopis y los renovadores tuvieron que reconstruirla desde cero. El primer paso para la reorganización PSOE de Granada –sector renovado, como se decía entonces– lo dieron dos militantes, hoy injustamente olvidados, llegados desde Valladolid: el profesor de Historia del Derecho, Juan Sainz Guerra, y la enfermera Carmen (Menchu) Pérez Chamorro, a ellos se unieron pronto otra profesora de Derecho, María Teresa (Maite) López Beltrán, la estudiante de Medicina Ángeles Aparici y el maestro nacional Manuel Navarro Lamolda (Andrés).
Paralelamente, sin conexión ninguna con los anteriores, otra pareja, Rosa Elgarrista (Ana) y Miguel Jiménez Martínez ('el Valenciano'), decidieron iniciar su vida juntos en 1973 con una idea que tenía «algo de aventura»: abrir una librería que sirviese para «montar el partido en Granada». Encontraron un pequeño local en la calle Triana 21 (hoy conde de Tendilla), cerca de la facultad de Derecho y, sin solicitar ningún permiso, a principios de 1973 abrieron la tienda. La bautizaron con un nombre sugerente, 'Librería del Pueblo', en claro guiño a la izquierda. En el escaparate del local, la biografía de Pablo Iglesias escrita por Juan José Morato marcaba el tono ideológico de los libreros. Por mediación de Alfonso Guerra confluyeron todos y aquella pequeña librería se convirtió en el punto de reunión de los socialistas, a los que se sumarían durante el curso 1973-74 algunos alumnos y profesores de la Universidad de Granada, entre ellos María Izquierdo, Juan Carreras y Eulalio Barbero.
Frente a la clásica militancia obrera del PSOE, estos nuevos militantes eran jóvenes de clase media, en su mayoría profesores o estudiantes universitarios, influidos por el mayo francés, los movimientos de liberación colonial, la guerra de Vietnam, la cultura pop y los nuevos aires del Concilio Vaticano. Generacional y vitalmente conectaban perfectamente con la nueva dirección del PSOE renovado.
Granada no había asistido al XXIX congreso de UGT que, en agosto de 1973, eligió a Nicolás Redondo como secretario general, pero sí lo hizo al XXVI Congreso del partido en Suresnes en octubre de 1974. Fue una de las ocho nuevas federaciones del interior –Cádiz, Canarias, Galicia, Granada, Huelva, La Rioja, Navarra y Salamanca– que se incorporaron en esa reunión. Los preparativos comenzaron circulando la ponencia marco, para que las organizaciones de base realizaran enmiendas. En Granada se sucedieron los debates en la 'Librería del Pueblo', prepararon enmiendas y eligieron a Miguel Jiménez como delegado al congreso en representación de la federación provincial. 'El Valenciano' realizó el viaje en coche, partiendo desde Sevilla en compañía de Manolo Chaves, Carlos Navarrete y Alfonso Perales.
Miguel representaba en Suresnes a doce afiliados y aportaba varias propuestas de la federación granadina que he localizado en la memoria de gestión. Quizás la más relevante fuese la que trataba sobre la relación con otras fuerzas, pues se desmarcaba claramente de la mayoría que proponía constituir un amplio bloque democrático contra la dictadura, mientras que Granada, junto a Asturias, Álava y Londres, optaba por constituir «un movimiento de masas» solo con aquellas organizaciones de oposición al régimen «que verdaderamente sean de clase obrera». Es decir, crear un frente de organizaciones obreras que coordinasen la dirección de la lucha a nivel de todo el Estado.
En política internacional, los granadinos solicitaban que el PSOE se solidarizara «con todos los movimientos revolucionarios de todo el mundo y en especial con aquellos llamados del Tercer Mundo», condenaban el golpe de Estado en Chile y aplaudían la Revolución de los Claveles en Portugal, pidiendo que se estrechasen las relaciones con el partido socialista portugués. Al mismo tiempo, se abjuraba de «aquellos gobiernos comunistas de régimen autoritario» y de los «socialdemócratas reformistas», proclamando al PSOE como portavoz del «socialismo revolucionario». En la ponencia de prensa y propaganda Miguel Jiménez firmó, en nombre de Granada, una enmienda conjunta con Cádiz, Córdoba, Huelva y Sevilla en la que puede percibirse la mano de Alfonso Guerra. Solicitaban que la secretaría de prensa y el responsable de la publicación 'El Socialista', estuviesen desempeñadas por «un militante del interior». Podemos decir que, en general, la federación se mantuvo cercana a las posiciones del resto de Andalucía, salvo en el asunto de las alianzas con otras fuerzas, propuesta que, por cierto, fue rechazada en el Congreso. Asimismo, fue desestimado el voto particular de la delegación de Sevilla, secundada por doce delegaciones del interior (entre ellas Granada) y siete del exterior, pidiendo que la residencia de la Comisión Ejecutiva estuviera íntegramente en España.
De regresó a Granada, Miguel se mostró algo molesto por el resultado «poco revolucionario» del Congreso. Disgusto que reflejaba las contradicciones entre las dos almas del PSOE hasta entonces guardadas en el mismo armario: «El alma, por así decirlo, máxima, revolucionaria, y el alma mínima, reformista».
La vida ha llevado a aquellos jóvenes por caminos muy diversos, varios han fallecido, algunos se han alejado del PSOE y otros continúan militando en sus filas, pero todos merecen el respetuoso homenaje del recuerdo, pues fueron la semilla de la que nació el actual Partido Socialista.
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