Tengo un amigo que predica las excelencias de la cerveza cada vez que puede. Cuando le ponen una caña delante, la mira con ojos lascivos y se lanza a por la rubia como Frodo al anillo: es míaaaaaa. Después de pimplársela con ansia, comienza a ... disertar sobre los beneficios de esta bebida con tal énfasis que me siento un criminal por haber pedido una tónica. La dialéctica es esa, la realidad es que se pasa el día catando los beneficios de la cerveza. Una birra es su Biblia, y eso no va a cambiar por mucho que yo le sermonee desde el púlpito de los abstemios.
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El alcohol, como todo en la vida, no es ni rotundamente bueno ni absolutamente malo. Lo que falla es la escasa ponderación para consumirlo en pequeñas catas espaciadas en el tiempo. El vino no llama a nuestra puerta como Pedro Picapiedra para que le abramos y lo consumamos diariamente en garrafas de cincuenta litros. Tampoco el gin-tonic nos intimida con una faca albaceteña para que lo bebamos como si fuéramos un desagüe viviente; y, por supuesto, la cerveza no le pide a nadie de rodillas que la ingiera como una esponja a lo largo de la espuma de los días. No nos engañemos, beber es una forma de anestesiar la vida, lo cual es interesante siempre que no te pases con la anestesia y acabes durmiéndote en los laureles de Baco para siempre.
Catadores selectos ya quedan pocos. Pululan los justos, los que entienden el 'copaso' cortito como un premio a la constancia y paciencia demostradas durante el día en este prado de pena llamado existencia. Tal catador sabe paladear la sangre de la uva como si fuera un Drácula del Ribera del Duero. Extrae su vida a pequeños sorbos. Su metafísica de buen bebedor no se basa en saber de vinos, sino en elevarlos a los altares del disfrute mediante la moderación. La gente que empina el codo con exquisito equilibrio no sufre la cara oscura de la bebida.
Epílogo: El problema de ahogar las penas en alcohol es que las penas son buenas nadadoras y siempre salen a flote. Poco beber es prudencia y salud, y demasiado beber es temeridad. Ya lo decía mi abuela: Buena es la quina, pero tanta, no es medicina. Leo en IDEAL que Almuñécar crea una campaña para un consumo responsable de alcohol en sus fiestas patronales. Mensaje muy acertado, porque se está tan agustito con un copa de menos...
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