En una película de la saga Indiana Jones, el aventurero recibe el encargo del Gobierno estadounidense de buscar el arca perdida y la encuentra. No le quito mérito, pero era mucho más fácil que buscar una solución al centro perdido de Granada, un centro en ... gravedad permanente porque su comercio tradicional está menguando inexorablemente.
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Los establecimientos que aún sobreviven son 'los últimos de Filipinas' de aquel bullicio de locales de toda la vida que hacían de nuestra capital un lugar con calor de hogar. Pasear por el centro era nuestro Disney World particular, o sea, nuestro Malafollá World. No era perfecto, pero era único y se diferenciaba nítidamente del de otras ciudades. La palabra franquicia sonaba a tienda especializada en quesos franceses y se circunscribía casi exclusivamente a los concesionarios de coches o motos. Actualmente las franquicias son el paisaje común y los comercios tradicionales, una minoría con el sello distintivo del Dúo Dinámico: resistiré.
IDEAL publicaba hace poco que Granada tiene cerradas a día de hoy 555 tiendas más que cuando se inició la pandemia. Un servidor piensa que el comerciante autóctono tendría que estar más protegido que el lince, ya que cada vez quedan menos y están en peligro de extinción. No sé cómo, pero habría que publicitar la tienda tradicional y mimarla institucionalmente, facilitando la vida a los que emprenden y montan algo con aires de aquí. Por ejemplo, con una reducción en el crujido a impuestos, marco incomparable donde se estrellan casi todos los negocios.
Hagamos memoria de todos los comercios tradicionales que han ido desapareciendo a lo largo de los años. Gota a gota el mar de esa Granada genuina donde un comerciante era siempre una cara conocida se está agotando. Dicho esto, reconozco que las soluciones al problema son bastante difíciles y no garantizan un resultado óptimo, pero vendrían a ser la hiperespecialización del comercio tradicional, consistente en crear una comunidad alrededor de una web y las redes sociales o incluso vender en Amazon. Las compras por internet y las grandes superficies han arrastrado como un imán a muchos consumidores, cierto, pero creo que básicamente lo fundamental es que el modelo de negocio está cambiando y que la gente no tiene un duro en la faltriquera por mucho que el bello Pedro diga que España va como un cohete. Esto último, como diría ZP, es un concepto discutido y discutible para muchos granadinos.
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Epílogo: bajar la presión fiscal a un pequeño comercio es darle la oportunidad de competir o al menos posponer que una gran superficie se lo coma. Y cuando a las grandes superficies no les queden comercios 'pezqueñines' que echarse a la boca, se comerán entre ellas. Al tiempo.
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