El fin de mes político
Antonio Mesamadero
Lunes, 5 de agosto 2024, 22:59
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Antonio Mesamadero
Lunes, 5 de agosto 2024, 22:59
Campechano es un adjetivo cuyo origen no hay que buscarlo en la vida y cordialidades del rey emérito, sino en Campeche, una localidad mejicana cuyos habitantes tienen fama de abiertos y simpáticos. El presidente del Parlamento Andaluz, Jesús Aguirre, es cordobés pero no resulta difícil ... imaginarlo de mexicano vestido de charro cantando rancheras por las calles de Campeche. Pero no es el único mariachi. Aguirre tiene un cuate en campechanía política llamado Miguel Ángel Revilla. Ambos la practican de forma tan desenfadada como arriesgada, olvidando en ocasiones que el político se la juega en las distancias cortas con los periodistas y en las palabras a la ciudadanía no medidas escrupulosamente. Si la confianza da asco, la ligereza verbal da muchos titulares de prensa. El gran problema de los campechanos políticos es que tienen un modelo político que es inimitable: Pepe Mujica, expresidente de Uruguay. Si las palabras de Mujica son tan profundas como sus silencios, las de sus imitadores se debaten entre lo que se ha de decir y lo que se ha de callar.
Aguirre o la cólera de todo dios al escucharle decir que hay diputados «a los que les cuesta llegar a fin de mes». Ay, Jalisco Aguirre, no te rajes. Pero se rajó y matizó sus palabras entonando una melodía de disculpa tan sutil que sonaba a excusa. A cualquier tonadilla le llaman disculpa. Aunque, pensándolo bien, este hombre tiene más aspecto de Buda regordete que de mexicano. Eso sí, de Buda regordete que aún no ha alcanzado la iluminación verbal.
Aguirre, al hablar de diputados andaluces que 'malviven' con su sueldo, me hace recordar aquel viejo adagio que me acabo de inventar de que no hay sonido más triste que el de un niño llorando, y ninguno que moleste más al ciudadano que el de un político quejándose de que no llega a fin de mes. IDEAL ha publicado un exhaustivo reportaje donde se informa de que, aun trabajando, tres de cada diez granadinos no llegan a esa fatídica cifra de días que engloba el temido final de mes. No digo que el sueldo de los diputados andaluces sea inmerecido, sólo digo que a ese parlamento se va llorado económicamente de casa por deferencia hacia la Andalucía hundida en la fragilidad económica, que es mucha. Bienaventurados los políticos que no se quejan de su sueldo, porque ellos entienden las fatigas que pasa la clase trabajadora (especialmente la granadina).
Epílogo: Lo del cuate Aguirre ha sido el clásico meter la pata en la trampa de las palabras, una disciplina que se remonta a los tiempos del chavo Adán. El eterno silencio de Dios y la infinita verborrea política, síntomas de que algo anda muy descompensado en el universo.
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