¡Kit, kit, hurra!

La experiencia pandémica demostró lo rentables que podemos ser los granadinos miedicas para el Gobierno. Hizo caja con nuestro canguelo vírico y ahora quiere ampliar capital con el kit de supervivencia que en Europa han ideado por si ocurre alguna catástrofe natural, guerra o carambola de algún meteorito impactando sobre el planeta (no caerá esa breva cósmica). Un kit por el que habría que pagar unos 200 pavos y que nos serviría para pasar los tres primeros días después de la desgracia con la misma seguridad que un grupo de 'boy scouts' perdidos en una selva de caníbales.

Los cielos y la tierra pasarían, pero ese dinero invertido en el kit ya estaría en los búnkeres de los bancos. Los bancos y los insectos son los únicos que sobrevivirían a un invierno nuclear. Y como después de un invierno nuclear siempre llega la primavera, estos establecimientos volverían a abrir con normalidad sus puertas al público y regalando sartenes a los insectos que abran su primera cartilla de ahorro.

¿Realmente merece la pena pagar 200 euros para alargar tres días más nuestras tristes vidas, y sin fútbol en la tele? Viendo la ayuda que el Gobierno ha dispensado a los damnificados de Lorca, La Palma y Paiporta, lo más prudente será que gestionemos nosotros mismos las catástrofes y hagamos cada uno nuestro kit particular sin ayuda de nadie.

Para nuestra pequeña excursión al Apocalipsis, la señora Ursula Von der Brujen nos recomienda una mochila repleta de cosas básicas, desde agua a latas de caballa, que aportan mucho fósforo para afrontar el fin del mundo. Pero vayamos al meollo de la cuestión. Si quieren vender paracetamoles, papel del culo y latas de sardinas, que lo digan, pero que no asusten innecesariamente. Les habría bastado con sugerir a los granadinos hacerse con este kit para llevarlo encima antes de emprender un viaje en el AVE Granada-Madrid. Fíjate qué fácil es forrarse con el pánico de la gente.

El miedo es como el agua, y la avaricia es ciega. Estoy seguro de que si pasamos olímpicamente del puñetero kit, inventarán un nuevo «¡que viene el coco!» para seguir haciendo fortuna. Que el Señor nos pille confesados. Y en cuanto al kit, por mí se lo pueden meter por el santo orificio.