Sin perdón

Cuando un gobernante pide perdón, es señal de que vale como gobernante. Decía el patrono de los plumillas, el buen San Francisco de Sales, que aquellos que se perdonan demasiado a si mismos son excesivamente rigurosos con los demás. Gobierno y Generalitat valenciana están demostrando que el de Sales llevaba más razón que un santo, porque están constatando una autoindulgencia esculpida sobre poltrona que resulta indignante. Aparte de más máquinas para quitar el barro, se necesita una máquina de la verdad -con la gran Conchita y su polígrafo al frente- para que desenmascare a los culpables de esta DANA de incompetencia política. Tal vez la respuesta no está en el barro, sino en el fango.

En la vida no hay mejor ejercicio para el corazón que ser honrado consigo mismo. Me imagino que tener corazón en política no debe ser un camino de rosas, pero siempre será mejor que practicar ese sedentarismo sectario que ha fagocitado el discurso de los partidos. Al Gobierno no le sirve de nada ver la DANA en el ojo de la Generalitat Valenciana cuando en el suyo también tiene un nubarrón bien gordo. Lo más bondadoso para ambos sería pedir perdón echando mistos, pero prefieren esperar a ver cuánto aguanta el otro, algo así como el juego de «el que parpadee primero, pierde».

Granada debería de visualizar mejor las posibles sorpresas que la madre (que la parió) naturaleza puede endosarnos y así estar prevenidos. Gotas frías y sismos deben de ser las prioridades. De esto último saben mucho los nipones, que lo primero que hacen cuando se compran un teléfono móvil es comprobar si tiene activado el sistema de alerta temprana de terremotos, que envía una notificación nada más detectar las primeras ondas. El objetivo es emitir advertencias antes de que llegue el crujido gordo. Chapó.

Granada ha soportado dos DANAS en menos de un mes, pero nada comparado con el desolador balance de la Comunidad Valenciana. Los voluntarios granadinos allí desplazados siguen brindando ayuda y esperanza a quienes han tenido poca fortuna con el clima y con la incompetencia manifiesta de algunos gobernantes.