El final del verano

En esta época, las serpientes que sirven para ocupar espacios audiovisuales e impresos, son de etiología mucho más diversa aunque comparten con aquellos lejanos tiempos la característica de la reiteración como modo amplificador de las noticias propias de la época canicular. Nuestro verano periodístico comenzó, en este 2023, con el descuartizador de Tailandia, Daniel Sancho, cuya truculenta disección del cirujano Edwin Arrieta ocupó pantallas, páginas y ondas hertzianas en los primeros días agosteños. Del caso lo hemos sabido casi todo, a pesar de la distancia, porque ha sido narrado en vivo y en directo sin escatimar morbo ni detalles escabrosos. La circunstancia familiar de que el autor del crimen sea hijo del actor, Rodolfo Sancho, y nieto de una leyenda como Sancho Gracia, el inolvidado 'Curro Jiménez' de nuestra infancia, no ha hecho sino añadir los ingredientes necesarios para la explotación informativa de un terrible suceso que nos adentra en el misterio más profundo de la mente humana.

A los pocos días de aquello fue la aragonesa Eva Amaral, la que acaparó todos los focos al enseñar sus pechos en medio de un concierto. Lo hizo, según dijo, para reivindicar los derechos de las mujeres, y el gesto encontró tal eco social que hasta las voces que quizá hubieran criticado en otro tiempo la sexualización de la artista aplaudieron la valentía de la cantante que no hizo sino imitar algo que lleva viéndose en las piscinas y playas de toda España desde hace décadas. El debate que se instaló en la opinión pública tuvo recorrido y el chicle se estiró hasta que no dio más de si.

La continuación del debate la protagonizó un patán. Un tipo zafio, grosero, impresentable y casposo, de nombre Luis Rubiales, convertido, por derecho propio, en el epítome del villano patrio. Un sujeto sin modos ni maneras, carente de educación y machista hasta la médula. Del beso robado a Jennifer Hermoso habrá tenido tiempo de arrepentirse, aunque seguro que no con la misma rapidez con la que lo hicieron alguno de sus fieles de la RFEF, que un día aplaudían con inmarcesible fervorín al troglodita y al siguiente reprobaban su conducta y solicitaban su dimisión.

La condición humana, que tan bien retrató André Malraux. La política nos ha dejado en agosto las imágenes Pedro Sánchez en Lanzarote con una camisa terrible y una gorra a medio camino entre el 'Pichi' de Celia Gámez y los Peaky Blinders; a Feijóo en el Castillo de Soutomaior, preparando una investidura imposible; y a Yolanda Díaz remendando aquel 'Mi no comprender' de Alfredo Amestoy, poniendo en evidencia su nulo nivel de inglés al no poder responder a una periodista británica en una comparecía ante los medios.

Por último, una imagen familiar, la del nido vacío en la Zarzuela. Después de ver a la princesa Leonor en la Academia Militar de Zaragoza, las fotografías de la infanta Sofía en el UWC Atlantic College, de Gales, para estudiar allí los dos cursos de Bachillerato, deja a los Reyes tan solos como lo estaban antes de que, en 2005, naciera su primera hija. Y en esta situación, si que somos todos iguales independientemente de nuestro linaje.