¿Es progresista cercar a ETA?
Antonio San José
Jueves, 30 de marzo 2023, 22:26
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Antonio San José
Jueves, 30 de marzo 2023, 22:26
Por favor, que me lo expliquen porque no lo entiendo en absoluto. En el concepto de izquierda y progresismo que siempre he conocido, no existía nunca ninguna predisposición a entender las tesis de la banda terrorista ETA. Es más, los sectores progresistas de este país ... jamás mostraron ninguna empatía con los asesinos, todo lo contrario. Ahora, resulta que el Gobierno de España ha culminado el traslado de presos etarras a prisiones del País Vasco con los cinco últimos recluidos en cárceles del resto de España. Entre los elegidos para este memorable broche final se incluye a una individua como Irantzu Gallastegi Sodupe, alías 'Amaia', pareja sentimental de uno de los asesinos más sanguinarios de la banda, 'Txapote', y condenada a más de 125 años por participar junto a su novio en sangrientos atentados como los que les costaron la vida al socialista Fernando Múgica o al concejal del PP Miguel Ángel Blanco.
Este movimiento, orquestado desde el Ministerio del Interior que dirige el otrora juez azote etarra Fernando Grande-Marlaska, responde al acuerdo alcanzado en su día entre el Gobierno de Sánchez y el dirigente de Bildu Otegi. A cambio de su apoyo a los Presupuestos Generales, a la investidura y a todas las leyes importantes de la legislatura, Moncloa ha propiciado esta operación que no es sino la primera parte de una estrategia pactada con el PNV que ha incluido el traspaso de las competencias carcelarias de Euskadi al Ejecutivo de Vitoria. A partir de ahora, será Ajuria-Enea quien decida qué presos etarras acceden al tercer grado y, por tanto, a la semilibertad.
La maniobra es tan obscena que no admite que se rebose con los argumentos de algunos desorientados que la consideran «enormemente progresista». Me pregunto, de nuevo, qué tiene de avanzado, democrático y socialista empatizar con las tesis de los etarras y propiciar su acercamiento, primero, y su salida de las cárceles, después.
Algunos estólidos argumentan que ETA «es cosa del pasado, que ya no mata y que es necesario pasar página». A estos lindos erráticos habría que recordarles que la banda asesinó sobre todo en la etapa democrática de este país y que, en consecuencia, no es algo relativo al franquismo como equivocadamente creen. Mientras, tras la muerte del dictador, muchos arrimaban el hombro para superar su siniestro pasado y alumbrar el régimen democrático del que hoy disfrutamos, los etarras asesinaban continuamente dificultando el tránsito a un régimen de libertades que era, precisamente, lo que perseguían con sus crímenes.
Cayeron centenares de víctimas: militares, policías, guardias civiles, empresarios, periodistas, políticos del PSOE y del PP… todos los objetivos servían para descerrajar cobardemente tiros en la nunca o poner bombas en los bajos de los coches. Dejaron miles de huérfanos, viudas, familias rotas y vidas sin sentido. Ese, y no otro, es su siniestro legado. Un día ETA dejo de matar, pero no por voluntad propia, sino derrotada por la unidad de los demócratas, la labor policial, la Justicia y la colaboración internacional. Cuando pasen muchos años, este país asimilará sus residuos, pero hoy convendría que cumplieran íntegras sus condenas y que los criminales no se vieran favorecidos por beneficios que algunos siguen utilizando para burlarse de los familiares de sus víctimas de manera repugnante. Cuando mataron a su hermano, un socialista cabal, un hombre progresista de ideas claras e inequí- vocas como fue Enrique Múgica, pronunció unas palabras que es posible entender: «Yo, ni olvido ni perdono». Cabe preguntarse qué diría ahora.
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