La Inquisición en Granada
María del Mar Giménez viene difundiendo este tema con ardor, al igual que las singulares figuras del Siglo de Oro, con radical atracción y eficacia
Antonio Ubago
Jueves, 3 de abril 2025, 23:03
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Antonio Ubago
Jueves, 3 de abril 2025, 23:03
El término inquisición –del latín 'inquisitio', averiguación, investigación– en sentido amplio, hace alusión a un tribunal religioso que averigua y castiga los delitos contra la ... fe. Más específicamente, la Inquisición o Santa Inquisición hace referencia tanto al proceso legal como a las instituciones de la Iglesia católica dedicadas a la supresión de lo que consideraban «herejía». La herejía, contraria a la religión en la era medieval europea, muchas veces se castigaba con la pena de muerte. Tema esencial este de nuestra cultura se acentúa o decae su interés o conocimiento en distintos momentos históricos, siendo el presente, según creo, de menos atención en la historia de los autos de fe.Desde hace unos años, María del Mar Giménez viene difundiendo este tema con ardor, al igual que las singulares figuras del Siglo de Oro, con radical atracción y eficacia, y la suerte me acompañó el pasado año al asistir a su Ruta guiada 'La Inquisición en Granada. La Fe sometida a juicio' y, desde entonces, es ardiente mi deseo de colaborar en dar a conocer, en su nombre y estímulo, la esencia de la Inquisición en nuestra ciudad.
En 1252, el papa Inocencio IV autorizó el uso de la tortura para obtener la confesión de los reos. Se sustituye la Ordalía o Juicio de Dios por la tortura judicial para hacer confesar. La Inquisición aplicó la tortura tanto o incluso menos que los tribunales civiles. Fue un tribunal que funcionó de acuerdo a derecho regulado por escrito, basado en el derecho común –derivado del derecho romano– y en el derecho canónico concretado en las llamadas 'Instrucciones' elaboradas por los primeros Inquisidores: Torquemada, Deza y Valdés (1567). La primera edición es la de Granada en 1537.
El 1 de noviembre de 1480, por bula papal de Sixto IV, se crea en Sevilla la Santa Inquisición, impulsada por los Reyes Católicos y dependiente de la Corona, con el objetivo de vigilar los comportamientos de los nuevos conversos: judíos y musulmanes, amenaza del protestantismo, del alumbrismo… Tras una nueva bula emitida en 1483, la Inquisición moderna se extendió a los reinos de la Corona de Aragón, incluyendo Sicilia y Cerdeña, y a los territorios de América –hubo tribunales de la Inquisición en México, Lima y Cartagena de Indias–, y se nombró Inquisidor General a Tomás de Torquemada, de familia de conversos. Aparato de control ideológico ambiguo y complejo al servicio de la Corona durante los siglos XVI y XVII, era el rey quien controlaba los recursos de la Inquisición, podía decidir sobre pleitos jurisdiccionales y nombraba los inquisidores generales.
En diciembre de 1526, Juan Yáñez, inquisidor de Jaén, es elegido para instituir tribunal en Granada con actuación en su Arzobispado y los obispados de Málaga, Guadix y Almería, con sus tres sedes correspondientes regidas por los dominicos, autores intelectuales de los procedimientos; la primera, su convento, Casa de Porras, la segunda y actual Gran Vía, junto al Sagrado Corazón, la tercera. Con mayoría de población morisca y numerosos judíos, la situación era altamente complicada.
Se denomina Leyenda Negra a la propaganda anticatólica y antiespañola que se extiende por toda Europa hasta nuestros días. Hoy en día, sin embargo, hay un movimiento que defiende la Hispanidad y lucha contra la leyenda negra, la sangre, las muertes, las torturas crueles y sus escenas sádicas e inhumanas que el cine y el sensacionalismo han distorsionado. La inquisición española fue la que menos reos sentenció a muerte (3.000), comparado con países como Alemania (100.000), Inglaterra (50.000), Polonia, Suiza o Francia. Se ha exagerado mucho con respecto a la cantidad de muertes y al uso de la tortura. Nos ha llegado una imagen deformada de sus métodos, según estiman los historiadores actuales. Se estima que el 6% de los prisioneros fueron torturados y un 3% condenados a muerte, aunque el miedo, el sufrimiento y las secuelas perduraron de por vida.
La noche anterior a un auto de fe salía de la Placeta de la Cruz Verde una procesión anunciando el acontecimiento, articulada por uno de sus emblemas, una enorme cruz de madera pintada de color verde, como símbolo de misericordia y esperanza. Al día siguiente salía desde la Iglesia de Santiago toda la comitiva con los reos por toda la calle Elvira hasta la Real Chancillería y de ahí por el Zacatín hasta la Bibarrambla, donde se celebraba el Auto de Fe. Era una ceremonia mixta, religiosa y civil. Acto solemne anual, con misa, sermón y lectura de sentencias, estando presente los reos, autoridades y el público (era obligatorio acudir, se aplicaban indulgencias). Cada vez más multitudinario, con escenografía y alarde del poder del Estado y de la Iglesia. La intención no era la de salvar el alma de esas personas, sino la de mantener un orden social a través del miedo y la imposición ideológica, para disuadir de la herejía y purificar la población, haciendo que se delataran unos a otros para evitar pasar por cómplice y cumplir como buen cristiano. El quemadero del Beiro era donde se ejecutaban las sentencias de muerte bien en la hoguera o bien con el garrote vil según el arrepentimiento a última hora del reo.
El primer auto de fe celebrado en Granada fue en 1529. Durante el siglo XVI hubo 42 autos de fe entre 1550 y 1595. Casi uno por año, después disminuye. Al principio se celebraban en Plaza Nueva pero a partir de 1590 se pasan a la Plaza de Bibarrambla.
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