Blasfemario para Willy
Con invectivas y provocaciones no se puede alimentar ningún debate público ni contribuir al libre intercambio de ideas
josé luis martín moreno
Domingo, 8 de marzo 2020, 03:21
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josé luis martín moreno
Domingo, 8 de marzo 2020, 03:21
Willy Toledo no piensa pedir perdón por sus blasfemias en Facebook. En 2017 profirió las siguientes: «Yo me cagó en Dios y me sobra mierda para cagarme en el dogma de la santidad y virginidad de la Virgen María». La sentencia 20/2020, de 21 ... de febrero, dictada por el Juzgado de lo Penal Número 26 de Madrid, le absuelve de un delito contra los sentimientos religiosos por el que la acusación popular —ejercida por la Asociación de Abogados Cristianos— pedía una pena de doce meses de multa. Willy intuía un desenlace feliz, como atestigua su foto sentado en el banquillo, posando con las piernas cruzadas y el gesto de la 'V' de victoria.
El actor se siente ofendido, no ofensor. ¿Cómo iba a pensar él que dos docenas de palabras mal contadas herirían el corazón de sus denunciantes como si fueran dardos envenenados? Según dice lo hizo por solidaridad, para apoyar a las compañeras de la «archicofradía del santísimo coño insumiso», que en 2014 procesionaron por las calles de Sevilla una vagina de plástico sobre un altar a modo de Virgen. Así lo cree Su Señoría, que destaca que las palabras del acusado se publicaron en su perfil social de Facebook, «por lo que se entiende que iban dirigidas a sus seguidores, y personas que compartan las ideas del acusado y el gusto por su especial estilo literario».
En su inocencia, el acusado pensaba que sus palabras eran suaves pétalos de rosas para alfombrar el empedrado camino de la libertad de expresión en España; néctar refrescante para los españoles sedientos de libertad y sometidos al yugo de la religión.
Willy Toledo es un caballero andante; de los que andan de lío en lío, metiéndose en charcos propios y ajenos para cambiar el curso de la historia. No teme a Dios ni a la Justicia. Durante la instrucción tuvo que ser conducido ante el juez por la fuerza pública, tras negarse a comparecer en dos ocasiones. «No hace falta que envíen ustedes a la Legión, con dos agentes será más que suficiente o, en su defecto, envíen ustedes a la cabra», dijo el actor.
'Guillermo el Literato' sólo quería ejercitar su libertad de expresión; generar un rico debate en la sociedad española sobre los delitos referentes a los sentimientos religiosos, «que, por supuesto, son los sentimientos religiosos sólo de una parte» (Willy dixit, 2018).
¡Caray con Guillermo! Bien pudiera haberse convertido en un discípulo nietzscheano —algo tardío eso sí—, o al menos pariente intelectual del filósofo alemán. La profundidad de sus palabras, preñadas de reflexión y sabia crítica, hará florecer un enriquecedor debate filosófico-político, parangonable al que suscitó en su día 'El Anticristo' de Nietzsche. Desde 1888 no se conocía nada igual.
A las puertas del Juzgado denunció que «en este país se persigue a gente por blasfemia» y a él lo han sentado en el banquillo por blasfemar. ¡Ahí queda eso Guillermo!
Permítanos, Willy, corregir varios sofismas de su alegato. En primer lugar, en España no existe el delito de blasfemia desde hace más de treinta años. Aquí no se ha condenado a nadie por blasfemia desde el tiempo de Maricastaña (personaje que en cierto modo viene aquí como anillo al dedo).
En segundo lugar, el delito del que se le acusa no protege a los de siempre; no protege a una religión establecida, ni a una religión mayoritaria. La protección penal frente al escarnio público vale para todas las religiones y también para los ateos como usted, pues el Código Penal establece la misma pena por ofender a quienes no profesan religión o creencia alguna (art. 525.2).
También es falso que el delito que castiga la vejación de los sentimientos religiosos sea una manifestación de la 'España oscura'. Ahí está el tratamiento penal de conductas similares en Alemania, Italia, Austria, Suiza, etc.
Sus blasfemias sí parecen selectivas; son flechas que siempre vuelan en la misma dirección. Al menos no me consta que las haya proferido contra otras deidades y en otras latitudes donde sí existe el delito de blasfemia y se castiga con duras penas. Lo suyo no tiene arreglo: ha afirmado que seguirá cagándose en Dios un mínimo de diez o doce veces al día. No es de extrañar si usted mismo dice que está sobrado de mierda. Parece que ha encontrado la manera de purgarse por la boca en vez hacerlo por el pacífico y virtuoso ojo del culo, como diría Quevedo.
Si lo hace, hágalo en la intimidad o ante los parroquianos de su clerecía. Para defecar están el culo y las letrinas y para ejercer la libertad de expresión la razón y la prudencia. Está equivocado, Willy. El ejercicio responsable de la libertad de expresión exige evitar expresiones que ofenden gratuitamente los sentimientos religiosos. Con invectivas y provocaciones no se puede alimentar ningún debate público ni contribuir al libre intercambio de ideas. No es un problema de falta de educación, mal gusto y lenguaje soez, como dice la Magistrada dándole un tironcillo de orejas. Sencillamente, usted desacredita su causa, si es que la tiene, y desde luego no puede pretender que España se convierta en un blasfemario de protección oficial (ciberblasfemario, en este caso).
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