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Las buenas personas

Las buenas personas

Mi papelera ·

Miércoles, 6 de febrero 2019, 23:54

Creo que la mayoría de los seres humanos son buenas personas. Lo que pasa es que los malos se notan mucho. Por ejemplo, cuando escribo esto tengo en la cabeza las imágenes del rescate de un niño de dos años que se tragó la tierra. ... No puedo soportar el dolor que me produce pensar en él y su familia. Justo en aquellos días los nuevos gobernantes de Andalucía nos prometían el paraíso con el cambio. Dicen que va a arreglarnos la vida por fin, caso de las vergonzosas colas en la sanidad pública, tributar dos veces por la herencia de tus padres, o libertad para llevar a los hijos a la escuela que nos guste. Son asuntos de tal obviedad que nadie debería legislarlo. Ojalá sea verdad. Hay que dar apoyo para que trabajen, a éstos y a los que vengan luego. Aunque si unos y otros dedicaran tanto tiempo a hacer bien su oficio como a pelearse entre ellos y a atacar la inteligencia de los votantes la cosa iría mejor encaminada. Por eso muchos ciudadanos han perdido la confianza en la labor transformadora de la política. Por eso no creen sus promesas. Por eso muchos ya ni votan. Y por eso la gente corriente de lo que hablaba en los días de la investidura del nuevo gobierno no era de política. En la calle se hablaba es de ese niño atrapado. Lo que nos quitaba el sueño no era saber el nombre de los próximos consejeros de la Junta de Andalucía; era el dolor profundo que latía junto al pozo de Julen y la esperanza en un milagro al amanecer. Respecto al cambio político lo único cierto para a las buenas personas era que al día siguiente tocaba lo mismo de siempre: luchar, amar a los suyos y apoyar a quien los necesita. Los milagros no existen nada más que en las películas.

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