Cuando a lo largo de los últimos años, como en esta serie de artículos, he apuntado la posibilidad de que Granada lidere industrias del siglo ... XXI, siempre he terminado hablando de nuestra calidad de vida.
En la encrucijada en la que nos encontramos, definiendo cómo debe ser la economía granadina post Covid-19, y en tiempos en los que el teletrabajo va a imponerse a nivel mundial, Granada no debe menospreciar su capacidad de ser competitiva en determinados terrenos –turismo residencial, deslocalización profesional— gracias a ser uno de los grandes lugares para vivir en el mundo.
Por supuesto, calidad de vida no es únicamente poder sentarse en una terraza al sol en invierno o al frescor de nuestras noches de verano, o, como tantas veces hemos repetido, amanecer esquiando en Sierra Nevada y anochecer en San Nicolás frente a la Alhambra, después de haber pasado la tarde en la Costa Tropical; que también.
Calidad de vida es disponer de dotaciones asistenciales eficientes. Calidad de vida es tener servicios de primer nivel en todos los ámbitos, desde la sanidad, hasta el transporte público, pasando por la educación o el deporte. Calidad de vida es vivienda asequible y urbanismo sostenible. Calidad de vida es comunicaciones rápidas y suficientes. Calidad de vida es telecomunicaciones rápidas y de última generación. Calidad de vida es contar con una movilidad ordenada y eficaz. Calidad de vida es un aire limpio y espacios naturales abiertos para el ciudadano. Calidad de vida es economía circular y sostenibilidad. Calidad de vida es programación cultural variada, accesible y amplia.
Como se ve, entiendo que la calidad de vida, pasa por adoptar, en muchos terrenos, dependientes de muchas organizaciones distintas, unas públicas y otras privadas, decisiones coordinadas, coherentes, y con un mismo horizonte.
Porque hoy un abogado inglés experto en derecho internacional puede trabajar para grandes multinacionales holandesas desde una casa en Cumbres Verdes. No es una ficción. Es calidad de vida.
Atraer empresas mundiales que se deslocalicen en Granada, eventos que generen grandes ingresos, profesionales internacionales de alto poder adquisitivo, investigadores y emprendedores, es la otra cara –junto con el incremento de nuestras exportaciones— de la internacionalización que promueve Cámara Granada desde hace años y debe ser una de las prioridades para la Granada del futuro; porque de esa manera se sostendrán los sectores que siguen siendo básicos para nuestra economía: el turismo, desde luego, pero también los servicios, el comercio, la construcción, la agroalimentación y el sector primario y nuestra industria.
Y, en todos los casos, lo mismo si hablamos de deslocalización de empresas, como de deslocalización profesional, de atracción de eventos o de turismo residencial, la calidad de vida, como para quienes hemos nacido o vivimos en Granada, va a ser decisiva.
En el siglo XXI, quizá como nunca antes, la calidad de vida atrae: y Granada es rica, inmensamente rica, en ese recurso diferenciador. Y aún lo puede ser más si, todos a una, trabajamos en esa marca que hable de Granada como uno de los grandes lugares del mundo para vivir.
El paciente lector habrá constatado que, hasta aquí, prácticamente no he hablado de política. Lo haré brevemente ahora.
Desde marzo, y al hilo de innumerables reuniones y conversaciones, me he pronunciado especialmente sobre el papel jugado por el Gobierno de España en la pandemia. Mi opinión es conocida: ausencia de liderazgo real, falta de conocimiento sobre la realidad económica de España, marcado sesgo ideológico en contra de la empresa, arbitrariedad y falta de certidumbre.
La lección que personalmente he aprendido del contacto con líderes políticos de todos los niveles y de todas las ideologías, es que los empresarios no podemos esperar que quienes nos gobiernan resuelvan nuestros problemas: salvo muy honrosas excepciones, la mayor parte de ellos hablan para sus fieles, piensan en votos y priorizan el titular propagandístico frente a la propuesta útil, incluso haciendo frente a la más grave crisis sanitaria y social vivida en décadas.
Pero obviamente no soy un ingenuo para pensar que el plan que Granada necesita para superar la crisis y afrontar su modernización puede hacerse al margen de las administraciones y al margen de la política de partidos.
Por ello, he reclamado, reclamo y reclamaré apoyo a las empresas de nuestra provincia: medidas fiscales, flexibilidad y seguridad en el ámbito laboral, agilización burocrática y simplificación normativa, ayudas directas para afrontar problemas de liquidez y proyectos de modernización y de transformación. Políticas, en definitiva, que permitan a las empresas sobrevivir en primer lugar y reconstruir después una nueva economía basada en los pilares que he descrito y en la transformación digital y la innovación, en la sostenibilidad y la economía circular, en la retención y la importación del talento y en la internacionalización definitiva de nuestro tejido económico.
De esta manera, nuestras empresas no sólo crearán empleo, sino que generará ingresos para las arcas públicas que las administraciones podrán revertir luego en programas sociales, de investigación, de igualdad…
Eso espero que hagan los distintos gobiernos y al hacerlo sé que harán un gran servicio a la sociedad granadina. Lo contrario generará ruina.
Como he dicho una y otra vez durante estos meses: nada podrá reconstruirse sin empresas y, especialmente, sin las pequeñas y medianas empresas que suponen el 99% de nuestro tejido y crean el 70% de nuestro empleo. Durante tres meses los empresarios hemos asumido, con estoicismo, que todo pasaba por resolver la crisis sanitaria. Y era cierto. Ahora exigimos que ha llegado el momento de resolver la crisis empresarial y del empleo.
Pero especialmente la experiencia de estos tres meses, me hace estar seguro de que Granada no construirá su próximo futuro gracias a tal o cual opción política, sino gracias a la decisión, a la valentía, a la visión de toda la sociedad granadina, de sus trabajadores y, especialmente, de sus empresarios.
Obviamente, eso no quiere decir que podamos construirlo al margen de los políticos: quiere decir que, por una vez, no podemos darles un liderazgo sobre una estrategia imprescindible a medio y largo plazo que, por propia naturaleza, ejercerán pensando en las próximas elecciones.
Generar una nueva estructura económica ligada a los tres ejes que he descrito requiere por supuesto de un esfuerzo extra, consensuado, de empresas, agentes sociales, colectivos ciudadanos y autoridades. Un esfuerzo caracterizado por la audacia, la generosidad, la mirada elevada, la decisión y la ausencia de protagonismos.
Los empresarios de Granada hemos demostrado –con ejemplos como On Granada Tech City en el sector tecnológico— que estamos capacitados y dispuestos a hacer ese esfuerzo y a liderarlo. Creemos que es el impulso que nuestra provincia necesita. Aquél que nos permitirá tomar a todos el camino correcto en esta encrucijada.
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