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¡Cómo pasan los años estimados lectores de IDEAL! El 8 de noviembre de 2011 publiqué mi columna habitual en IDEAL. Era un cuento, narrando la historia de Caperucita Roja, en clave catalanista. Si se quieren reír un rato y repasar la autentica historia catalana, ... busquen en la hemeroteca. Muy lejos quedaba entonces el colosal lío en el que nos iban a meter los independentistas, pero servidora lo veía venir. Los políticos no ven venir las cosas porque están en lo suyo, ganar las siguientes elecciones. El árbol no les deja ver el bosque; además, casi siempre andan rodeados de palmeros que les ocultan la verdad. Bueno, a lo que iba. Resulta que en aquella columna, titulada 'Caperucita roja y el catalanista feroz' les deje con el agua al cuello porque Caperucita se había perdido tras ennoviarse con un peludo mozo catalanista que la invitó a butifarra en la Diada. Al parecer era en realidad un hombre lobo, y se sospecha que se la tragó cuando ella le contaba la verdadera historia catalana. Pero me dicen fuentes fidedignas que Caperucita apareció hace poco en Barcelona. Resulta que, como en el cuento, un cazador que vivía por Montserrat, Pau, la sacó de la tripa del lobo. Al final Pau y ella se enrollaron, y se instalaron en la capital para buscarse la vida, porque la caza estaba muy mal vista. La moza se había dedicado a dar clase en una escuela infantil, tras aprender catalán, claro. Trabajaba de 'cuentacuentos', y le iba requetebién. Pero un día estaba Caperucita en una de sus clases- taller contando cuentos clásicos a sus criaturas cuando se coló por allí una plataforma feminista- nacionalista a ver si esos cuentos eran políticamente correctos. Caperucita en ese momento contaba la historia de Blancanieves y los siete enanitos a los niños\niñas cuando una de aquellas inspectoras del 'Sindicato único pensante' le dijo que le iban a abrir un expediente por hacer apología del maltrato femenino y la violencia familiar, por atacar las uniones del mismo sexo, por usar despectivamente la imagen de unos enanos y sobre todo, porque el príncipe es hijo de un rey, cosa castigadísima, y encima es un hombre quien salva a la chica, puro machismo. También le requisaron todos los recursos escolares cuando vieron que a veces relataba la historia del Soldadito de plomo, en la que se discrimina a la mujer para entra en la fuerzas armadas; la del Patito feo, en la que se ataca a los diferentes; la de el Gato con botas, que habla de herencias, cosa muy capitalista; la de la Casita de chocolate, en la que se hace apología del maltrato infantil, se usa a la mujer de criada y se induce a los niños a comer chocolate, malísimo para los dientes, y, sobre todo el cuento de la de la Ratita presumida, que es una ofensa a los animales, deja fatal a los gatos y ataca a la condición femenina por ponerse la ratita barrer la casa y buscar novio. Acto seguido le exigieron entregar el ordenador para ver si allí llevaba más material subversivo. Encontraron las fábulas de Esopo, lo cual ya es el colmo. Por ello la van a acusar de corrupción de menores, falta de espíritu patriótico catalanista y otros delitos, con el consiguiente expediente disciplinario y proceso judicial.
Me han contado mis fuentes que Caperucita está arrepentida de haberse quedado a vivir en Barcelona, cosa que hizo como agradecimiento al leñador. Por eso va a pedir asilo fuera de Cataluña, siempre que le aseguren que el país que la acoja no se va a liar a quemar libros como en tiempos de la inquisición. Porque sabe que en Cataluña su vida vuelve a peligrar, por mucho que siga usando su capa roja, que la ha protegido bastante en la Barcelona de doña Ada Colau. También dice Caperucita, declarada persona no grata en las escuelas de Barcelona por llevar la comida a la abuelita y no ser obediente a lo que se le manda, que ya puesta prefiere irse a un país que no tenga museos de Arte, ni bibliotecas, porque pronto los catalanistas, los animalistas, y todos los 'istas' gobernarán el mundo y atacaran cualquier elemento cultural que sea contrario a su idea única. Y que harán lo mismo que intentan los catalanistas: borrar la historia y empezar desde cero, explicando que el diluvio universal sucedió en Barcelona, donde se conserva oculta el arca de Noé. Teme Caperucita que a alguno le dé por medir el cráneo de los catalanes de pura cepa para clasificar a la humanidad, dejando a la cola a un especie ínfima, los españoles, que representan la degradación de todas las demás razas, solo útiles como obreros cuando les falte allí mano de obra. Porque ella catalana no es, por mucho que lo ha intentado.
Y una servidora, que no puede creerse tanta tontería, y que sabe que los cuentos, cuentos son, se asusta también al conocer lo que pasa en esa escuela catalana donde piensan prohibir los cuentos clásicos. Y se preocupa cuando repasa su archivo de columnas publicadas al constatar que ni en la peor pesadilla se iban a cumplir los disparates que ha ido advirtiendo, en serio y en broma, desde hace ocho años que escribe para IDEAL. Incluso se plantea cambiar de oficio y dedicarse a la videncia, porque ha ido clavando lo que nos iba a pasar. Por eso no ve mal la idea de Caperucita, lo de largarse para escapar de tanta mentira; como van escapando otras cabezas pensante y bien amuebladas, caso de Antonio Muñoz Molina, quien declaró en feches reciente que se instala en Lisboa «para esperar en ella el fin del mundo» porque «nuestras vidas están siendo saqueadas, agredidas en invadidas por la redes sociales, los ladrones y los intereses de las empresa tecnológicas, y también por la política (...) que lo hace de modo muy tóxico...» Pues amen paisano. Qué haya suerte. A lo mejor por allí te encuentras con Caperucita y su leñador, que también se han hartado de aguantar chorradas.
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