A la luz de la ciencia, que decía Sánchez. A esa que nos está salvando el cuello ante los virus, que se proyecta hacia el futuro, pero que impide a quienes deciden y ejecutan ver más allá de sus siguientes elecciones. Ahora Andalucía, luego ayuntamientos, ... después Estado, Europa por medio… Y la ciencia sigue salvando el trasero a la humanidad. Pero eso ya lo sabemos, como sabemos también que un investigador con cuarenta años y, tras más de veinte de estudios e investigación, cobra una miseria, casi es mileurista y su trabajo es tan inestable como gases fuera de control.

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Hace un año fue la ciencia la que vino a poner en la calle la vacuna y, mientras los laboratorios se forraban y los políticos dejaban sus pechos enchapados poniéndose medallas, nuestros científicos seguían peleando por conseguir subvenciones, a menudo pírricas, para poder seguir descubriendo soluciones a los males terrestres.

Seguían saliendo fuera de nuestras fronteras para poder trabajar. Aquí, si eso, cobrando el salario de un trabajador sin especialización. Nuestros científicos son, sin duda alguna, la clase más maltratada de los trabajadores hispanos si combinamos formación con número de horas laborales y salario.

Pero aquí nadie hace nada, porque las clases que están unos escalones más arriba los utilizan para fraguar su poder, y ellos han de seguir luchando por mejorarnos en nuestro futuro mientras los pies de quienes manejan el poder los patean en salarios, en estabilidad y en negarles los recursos precisos. No pedirían más que poder vivir y trabajar con unos mínimos, no sobrevivir. Luz de carbón. Hoy, reunión de presidentes.

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