Seis semanas después de las elecciones autonómicas y dos días más tarde de jurar el cargo como presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, dio a conocer la composición del nuevo Ejecutivo con el que afrontará esta legislatura. Es el primer Gobierno con mayoría ... absoluta del Partido Popular. Y como no podía ser de otra manera, todos los medios de comunicación tanto de tirada nacional como regional han abordado esta noticia para hacer un análisis del recién nombrado Ejecutivo. Los especialistas abordan las principales competencias de cada consejería y muestran una semblanza de todos los consejeros para aproximarse a su perfil. Algunos rasgos de este análisis son comunes a la mayoría de estos expertos. Así: que el número de consejerías ha subido de 11 a 13, dos más que en la anterior legislatura; que Antonio Sanz, hombre de confianza de Javier Arenas, es el 'número dos' del nuevo Gobierno, que hay más mujeres (7) que hombres (6); y que el presidente ha apostado por el continuismo tanto en las carteras como en las personas responsables.
Como digo en el título del artículo, me ha causado una cierta sorpresa el nombre con el que Juanma Moreno ha denominado al importante ámbito de la educación: 'Desarrollo Educativo y Formación Profesional'. Da la impresión de que ha realizado una pequeña variación por no calcar el nombre con el que Pedro Sánchez asignó a este ministerio: 'Ministerio de Educación y Formación Profesional'. Y digo sorpresa, porque solo a esta consejería se le ha denominado con el término «desarrollo», cuando sabemos que, efectivamente, una vez que echan a andar las consejerías, comienzan a implementar sus competencias, comienzan a desarrollarse. Se da por descontado que ninguna se queda anclada o paralizada. Pues bien, aunque esta no sea la cuestión más importante de la configuración del Gobierno, sí tiene su aquel. No por casualidad, al periodista de IDEAL Héctor Barbotta, en su información sobre el nuevo organigrama de la Junta, tampoco se le ha pasado desapercibido este hecho, y añade «que le resulta novedoso la nueva denominación de Educación». Igualmente, desde el punto de vista morfológico y semántico, la expresión carga las tintas sobre el sustantivo «desarrollo», convirtiendo en adyacente y secundario lo que debiera ser el concepto principal: la educación.
Otro rasgo significativo, y en mi opinión acertado del nombre de la consejería, es el de recoger el término «Formación Profesional»; enseñanzas estas de enorme valor para favorecer la inserción laboral de los jóvenes. Abarcan un conjunto de acciones formativas que capacitan a los alumnos para el desempeño cualificado de una profesión, y se sustancian bajo los ciclos de grado básico, medio y superior. Cada uno de estos ciclos otorga un título a los alumnos que los cursan satisfactoriamente: Técnico de FP Básico y de Graduado en ESO, Técnico y Técnico Superior respectivamente. Posiblemente ha sido así debido a la relación que dichas enseñanzas tienen con el mundo laboral y por la oportunidad para que los jóvenes puedan acceder a su primer empleo. Luego está también el perfil de la consejera del ramo Patricia del Pozo. Dado que de lo que se trata es de poner en práctica el programa con el que el candidato se presentó a las elecciones, no necesariamente los consejeros tienen que proceder del ámbito para el que son nombrados. Y es que esto, de por sí, no es un marchamo de calidad y de éxito. No obstante, el sentido común nos dice que estos deberían venir de aquello a lo que se dedican como profesionales, y si lo hacen desde el sector público, todavía mejor. Tendría más sentido por estar en consonancia con la razón que un profesional de la Medicina gestionara la Consejería de Salud que si al frente de ella hubiese, por ejemplo, un arquitecto. Pues bien, no es este el caso de la señora Del Pozo. Su biografía nos revela que es Licenciada en Derecho y experta en Derecho Europeo: ¿no sería más acorde con la sensatez que viniese del ámbito educativo? Pero es que esto no es nuevo; así ha ocurrido con los últimos consejeros de educación de la Junta. Me cuesta trabajo creer que de toda la pléyade de políticos y expertos que el PP tiene en nómina, no haya uno, que por su profesión y experiencia, conozca las problemáticas que la educación andaluza tiene planteadas a día de hoy.
De cualquier forma, la señora Del Pozo tiene una ardua tarea por delante. Y es que muchos de los indicadores sensibles de la educación en nuestra Comunidad se muestran muy debilitados. Me atrevo a señalar algunos de ellos susceptibles de mejora:
–Aumentar el número de plazas en el primer ciclo de Ecuación Infantil (0-3 años). Incidir para que el profesorado de este ciclo diseñe un proyecto educativo para su alumnado donde se ponga de manifiesto el carácter educativo muy alejado del de guardería.
–Disminuir la ratio profesor/alumno al menos en la educación obligatoria (6-16 años).
–Instituir el orientador en la Educación Infantil y Primaria; aumentar los orientadores en Educación Secundaria para aproximarse a la ratio recomendada por la Unesco (1/250)
–Y eliminar las escuelas-barracones, entre otras.
No obstante, como andaluz y pedagogo, y como no podía ser menos, le deseo toda la suerte del mundo a la consejera en la convicción de que su éxito será el de todos los andaluces.
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