Sebastián Pérez arrancó el curso político el jueves en Órgiva, una tradición desde que es presidente provincial. Hace años, el PSOE hacía algo parecido en Almegíjar, con la fiesta de la fritaílla. El 22 de agosto estaba marcado con antelación y en esta ocasión había ... mayor expectación que de costumbre tras la ausencia del ahora primer teniente alcalde 'de la escena pública desde el último pleno de julio. En realidad, Sebastián Pérez ha estado esquivo desde la tumultuosa toma de posesión del 15 de junio. Ha pasado parte de sus vacaciones en Roma, de «silencio y recogimiento». Una discreción en parte táctica y también justificada por motivos personales y familiares.
Pérez escogió Órgiva para hacer el pronunciamiento político que le reclamaban externa e internamente desde hace dos meses: explicar por qué cedió la alcaldía a Luis Salvador y defender que sigue vigente el pacto -no escrito- para alternarse el bastón de mando en 2021.
¿Por qué ahora? En este tiempo se han terminado de cerrar acuerdos entre PP y Ciudadanos en otras comunidades. Repasados todos ellos, más las coaliciones en los ayuntamientos de otras capitales, Sebastián Pérez ha sido quien más ha cedido pese a casi doblar en concejales a Luis Salvador (siete a cuatro). La dirección nacional popular consintió esta operación con la excusa de un presunto veto del candidato de Vox, Onofre Miralles, a Sebastián. Según las declaraciones de Miralles del viernes, esa línea roja ya no existe. Si nos retrotraemos a las palabras -por escrito- de la diputada Macarena Olona el 14 de junio, tampoco existía entonces.
Teodoro García Egea -que tanto podría aclarar y que aún no se ha pronunciado al respecto- fue quien apalabró los cuatro años de alcaldía de Ciudadanos con el diputado Fran Hervías. El jueves Sebastián Pérez no sólo envió un «recado» a Luis Salvador. En cierta medida, también a los suyos. En Órgiva estaba el diputado frustrado Pablo Hispán, persona próxima a Pablo Casado y número dos en la última lista al Congreso por Granada. Y también el vicesecretario general del PP-A, Toni Martín. Sebastián Pérez no va de «órdago», siente que en su partido le deben una -como mínimo- y en esta ocasión no admitirá interferencias ni de Génova ni de Sevilla. «Este es ya un asunto local. No hay marcha atrás», cuentan en la dirección granadina.
Sebastián Pérez también ha aguardado al 22 de agosto para ver cómo se comportaba Luis Salvador en el gobierno de coalición. Más difícil que conjugar los programas es combinar los egos. En las filas populares hay malestar por la falta de protagonismo y hablan de desplantes desde el grupo de Ciudadanos. En realidad, no culpan a todo el grupo. Sebastián Pérez y Luis Salvador no han hablado en el último mes ni por teléfono; y hay concejales del PP que reprochan que ni siquiera les llega la agenda de algunos actos oficiales.
Pérez avisó a su grupo en julio de que elevaría el tono a la vuelta de las vacaciones. Dentro hay algunas opiniones más beligerantes que otras. Luis Salvador tendrá que manifestarse esta semana. Hasta ahora, siempre ha sostenido que pretende seguir de alcalde los cuatro años. No es una fabulación periodística, está grabado. En función de la respuesta, Pérez volverá a reunir a su equipo y decidirán el siguiente paso.
Hay un matiz a tener en cuenta: Sebastián Pérez no ha hablado necesariamente de que él tenga que ser el alcalde dentro de dos años; sino alguien del PP.
Este es el ultimátum de Órgiva.
LA MISTERIOSA FOTO DÍAS ANTES DE LA INVESTIDURA
Despierta intenso un curso político que está a expensas de la formación de Gobierno o de una repetición electoral. El PSOE está preparado para medirse nuevamente en las urnas el 10 de noviembre. Un ministro de los de peso político iba a visitar Granada esta semana y suspendió su viaje porque está en otros menesteres. Existen contactos y una negociación soterrada con Unidas Podemos; se han añadido nuevos interlocutores y la vicepresidenta Carmen Calvo ha perdido algo de protagonismo. Pero quienes están en la 'cocina' advierten de que Pedro Sánchez no hará concesiones. No se fía de un gobierno de coalición que resulte insostenible y le fuerce a precipitar otros comicios cuando las perspectivas electorales sean peores.
Porque el equipo de Pedro Sánchez no deja nada a la improvisación. Ni siquiera fue casual el guion de la frustrada sesión de investidura a finales de julio. Existe una foto tomada días antes en la que aparecen el director del CIS, José Félix Tezanos, y dos colaboradores de Moncloa, el exdirector general de Análisis y Estudios, Francisco Salazar, y el exalcalde de Jun José Antonio Rodríguez Salas. Hasta aquí nada excepcional. Los tres mantienen una estrecha relación y participan en algún modo de la estrategia socialista. Coincidieron en unas jornadas celebradas en Cantabria y en esa imagen hay un cuarto componente. Se trata de Deb Roy, director del Laboratorio de Máquinas Sociales del Massachusetts Institute of Tecnology. Días antes de exponerse al intento frustrado de investidura, Pedro Sánchez tenía analizadas todas las conversaciones en redes sociales y había medido el coste que podría tener la falta de entendimiento con Pablo Iglesias. Ahora sucede igual. El desgaste del desencuentro es mayor en Unidas Podemos que para el PSOE, según los informes que manejan los socialistas, que pronostican que en unas eventuales elecciones crecería el bipartidismo.
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