Clint Eastwood
De buenas letras ·
Pese a su nunca disimulada ideología conservadora, Eastwood nos ha dejado una galería de perdedores desgarrados y sórdidosJosé Ignacio Fernández Dougnac
Granada
Miércoles, 1 de julio 2020, 23:48
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De buenas letras ·
Pese a su nunca disimulada ideología conservadora, Eastwood nos ha dejado una galería de perdedores desgarrados y sórdidosJosé Ignacio Fernández Dougnac
Granada
Miércoles, 1 de julio 2020, 23:48
En estas semanas Clint Eastwood ha engrosado la muy provecta categoría de los nonagenarios. Y quién diría que sigue con las botas puestas, como si ... estuviera todavía cabalgando con aquella manta cuartelera, a manera de poncho, por alguna sesión de cine de barrio. Como se ha destacado en repetidas ocasiones, Eastwood es uno de los escasísimos clásicos en activo. Más aún, es el único director que actualmente filma igual que los clásicos. No solo por la celeridad de sus rodajes sino por la sobriedad y eficacia con que aborda cualquier historia. De Sergio Leone y Don Siegel, sus dos maestros reconocidos, ha recogido lo mejor, pero siempre se ha decantado por la precisión de éste último, a quien homenajea en su primer filme, 'Escalofrío en la noche' (1971), mediante un divertido cameo de barra de bar y ligue desaforado.
Un concepto que podría compendiar la carrera de Eastwood sería la paradoja, esa permanente contradicción que termina encerrando una absoluta coherencia. La misma paradoja que define el cine de clásicos como Griffith, Stroheim, Walsh, Ford o Hakws. En su papel de productor ha alternado cintas descaradamente comerciales con otras de una solvencia indiscutible. Del mismo modo, ha sabido transformar un guion anodino en algo sencillamente magistral. Tal es el caso del impecable melodrama 'Los puentes de Madison', ¿Se lo imaginan en manos de otro cineasta?
Pese a su nunca disimulada ideología conservadora, Eastwood nos ha dejado una galería de perdedores desgarrados y sórdidos que reflejan una imagen nada complaciente de la Norteamérica más triunfal. Para ello se ha valido de las rígidas normas de los géneros cinematográficos, recurriendo incluso a los más acartonados. Sin subvertir nunca sus más preciadas características populares, sin querer modernizarlos o cuestionarlos, innova con notables resultados el western ('Sin perdón'), el cine bélico ('Cartas desde Iwo Jima'), el de boxeo ('Million Dolar Baby') o el 'biopic' ('Bird').
Pero la astucia de Eastwood llega más lejos. Suple sus limitados registros interpretativos con lo que en Hollywood muy pocos alcanzaron. Algo que solo Marilyn Monroe, Bogart, James Dean o John Wayne lograron. Ha creado un tipo, un personaje reconocible y único, que además llena la pantalla. Lo incorpora inteligentemente a su propia filmografía y lo carga de matices sin excluir las asperezas de la edad. Y ahí permanece el viejo Kowalski de 'Gran Torino', en uno de esos planos que se salen de la película, apuntándonos con el dedo índice desde el porche de su casa para seguir alegrándonos el día.
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