Mire usted por donde, pero gracias a ciertas dificultades, en algunos ambientes se ha recuperado la práctica de conversar. Todo se inició cuando los precios del combustible empezaron a ponerse por las nubes. Así que algunos tuvieron la idea de compartir un habitáculo que les ... había sido exclusivo hasta entonces. De ello se derivaba un alivio en el costo que un viaje supone siempre al propietario del vehículo. Repartir entre varios los gastos que se generan moviendo el coche particular es una buena ida. De modo que la crisis que ha provocado el aumento del precio en las gasolineras ha empujado a ciertos conductores a buscarse acompañantes con los que compartir espacio a cambio de dinero. Otra cosa es que, gracias a este 'invento', muchos conductores –por supuesto, también sus acompañantes– han descubierto una fórmula que hace más agradable el trayecto: conversar.
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Por lo que yo sé, existen dos sistemas de ponerse de acuerdo conductores y pasajeros: 'blablacar' y 'boost'. El primero es el que yo he experimentado personalmente y tengo que decir que las experiencias me han resultado muy satisfactorias. Es más: debido a su éxito, se ha creado un grupo de wasap especial para viajes entre Almería y Sevilla. Cuando yo compré mi primer coche, nadie podría haberme anticipado que este hecho iba a producirse. Por el contrario, aquello suponía la libertad de viajar solo, sin someterse a los condicionantes que siempre supone verse acompañado por otros usuarios. Claro, que eran otros tiempos. Y, por supuesto, mucho tenía que ver el que el combustible tenía un precio que hoy resultaría ridículo.
Yo no sé si hay que tener en cuenta también otro factor: la falta de comunicación que ahora se observa entre la población. No, no es que no nos tratemos en los trabajos y algunos locales de reunión, pongamos bares y otros lugares de ocio. Es que nuestras vidas, que transcurren en gran parte dentro de las cuatro paredes de un piso, han perdido aquella dimensión de sociabilidad que daban las calles. Por si fuera poco, las nuevas tecnologías nos entretienen a través de todos esos pequeños artilugios que nos tienen en casi permanente comunicación con el resto del mundo. Desde el móvil al ordenador, que levante la mano el que se considere libre de esta moda. Por cierto, tan útil. Incluso llegamos a los excesos de vernos compartiendo la comida en el hogar familiar, pendientes de la pantalla del móvil: viendo películas o siguiendo videojuegos. De modo que, en términos generales, se ha perdido la práctica de conversar.
Así que se entiende que, cuando uno se ve rodeado de otros seres humanos durante los kilómetros que dura un viaje, se vuelva a valorar la delicia de compartir charlas y comentarios.
Y todo porque el combustible está en unos precios sin precedentes. Bueno, eso es lo que nos dicen. Porque un servidor ha tenido la curiosidad de consultar en el Google cuándo estuvo el barril de petróleo más caro. Y dice que el 3 de julio de 2008, que costó 143'95 dólares; o sea, más caro que en estos días. Entonces ya había que pagar en euros, pero el daño para el bolsillo era sensiblemente menor. Eso sin contar con la carestía de la vida. El que quiera que haga las cuentas, que a mí no me salen. Será porque yo soy de letras.
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