La estrategia electoral fue el engaño de sobrevalorar en las encuestas a Vox, a la vez que excitaba la movilización de su electorado y sacaba el 'dóberman' de la extrema derecha y los 'viernes sociales'. Les ha funcionado
El partido que más votos haya obtenido en unas elecciones democráticas, no significa necesariamente que sea el partido más razonable y conveniente para gobernar. En estas elecciones el bloque constitucionalista ha obtenido más votos, que no escaños; la división de éste en tres partidos y ... la ley electoral ha favorecido el triunfo socialista. Hay que reconocer la habilidad de Sánchez, al optimizar la moción de censura y sus nueve meses en la Moncloa, para aumentar 38 escaños. Éstos los ha conseguido del voto útil de Unidas Podemos -un millón de votos- y otros tantos de la abstención. La estrategia electoral fue el engaño de sobrevalorar en las encuestas a Vox, a la vez que excitaba la movilización de su electorado y sacaba el 'dóberman' de la extrema derecha y los 'viernes sociales'. Les ha funcionado. Es más, esa propaganda infame contagió a uno de los tres partidos de la foto de Colón, Cs, que ya en los comicios andaluces escenificó el repudio formal a la formación de Abascal, pese a que ésta contribuyó de forma decisiva al cambio de régimen socialista andaluz, después de cuarenta años. Los de Rivera, a juzgar por el aumento en 25 escaños, han acertado en esa táctica electoral, arrinconando al PP y Vox; se ha erigido en el partido más centrado, con posibilidades del 'pacto del pomelo' (un mal menor) y arrebatarle votos a los socialistas. Lo verdaderamente demoledor ha sido el descalabro electoral del PP, con 71 diputados menos respecto a las elecciones de 2016. Se han ido a Cs 1,3 millones de votos, a Vox 1,5 y cuatrocientos mil a la abstención. Sin embargo, el PP ha intentado patrimonializar el voto, que es del ciudadano, lo que supone un resabio antidemocrático. Es pueril que el PP culpabilice a Vox de quitarle votos, cuando el transfuguismo a Cs o la abstención ha sido clamorosa. Ante los resultados históricos más catastróficos del PP, se ha producido una crisis interna en el todavía principal partido de la oposición. Se ha cuestionado a su líder, que unos días antes de las elecciones le ofrecía a Abascal formar gobierno.
Los barones del PP se han puesto muy nerviosos, pero no es el momento a tres semanas de las elecciones autonómicas, municipales y europeas, de hacer ajuste de cuentas. La corriente rajoyista y sorayista, con sus delfines galaicos, Feijoo, Pastor y Alonso, esperan agazapados a los resultados de los inminentes comicios. Lo cierto es que el nerviosismo y la presión interna le han traicionado a Casado, que ha pagado la factura de Rajoy, cuyo partido recuerda el final dramático de la UCD; en horas veinticuatro su posible socio Vox, se convierte en su enemigo, al que tilda con el calificativo despectivo y mágico de extrema derecha. Así pues, los enemigos de Vox emergen del marxismo cultural (PSOE y UP); los separatista de Otegi y Junqueras, que han crecido en estas elecciones; de Cs, que ya en las elecciones andaluzas le profesaban odio africano; y ahora, el único que quedaba, el mismísimo PP. Todo el arco parlamentario contra Vox, sin excluir a ningún partido, porque al parecer a todos incomoda. A las izquierdas por ser su antítesis cultural (a las que por su supremacismo moral no se les denomina en los medios de extrema o ultra izquierda); a los independentistas porque defienden la independencia de la Nación; a Cs y el PP porque ambos son incapaces de contrarrestar los dogmas de la izquierda progre: ideología de género, memoria histórica, violencia de género, despilfarro autonómico, etc.
El cordón sanitario que se ha orquestado contra Vox (nos hemos enterado de que hay 2.6 millones de ultraderechistas), hace más valerosos sus escasos pero de momento suficientes 24 diputados espartanos. Se entiende que la izquierda que ha ganado las elecciones -está en las antípodas ideológicas- quiera desgastar a esta formación, pero no así a los comunistas venezolanos de UP, los filoetarras de Bildu o los golpistas catalanes de ERC (hasta hace poco socios). Tendría que tener tiento la derecha despechada de seguir jugando sucio, porque los presupuestos que se han de aprobar en Andalucía dependen de la formación denostada. En cualquier caso, Vox tendrá que defenderse ante el ataque agresivo, obsceno y mentiroso de la propaganda del voto útil, de la mayoría de los medios de comunicación siniestros y diestros (cada cual peor), porque los liberticidas cordones sanitarios que activan estas formaciones, no se compadecen con una democracia.
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