Entre la Covid y la Filomena

Puerta Real ·

Pese a las restricciones, podremos degustar con seis amigos o allegados la olla de San Antón

Esteban de las heras balbás

Sábado, 9 de enero 2021, 23:39

Atenazados por la Covid y la Filomena, volvemos a las tardes de brasero y miedo, pero la olla de San Antón se salva. Loado sea Dios. Hasta seis personas y hasta las seis de la tarde podremos reunirnos para homenajear al santo del marranico. Qué ... peso nos ha quitado de encima Juanma Moreno. Desde el viernes no nos deja cenar fuera de casa y manda que nos recojamos a las diez de la noche, pero el almuerzo se mantiene. El homenaje a San Antón, cuya fiesta ya está en puertas, no será un asalto al Capitolio 'made in Trump', sino un asalto al colesterol 'made in Graná'. La cuesta de enero es menos cuesta si se nos permite ese paseo reposado por las grasas entreveradas de magro y las mil gracias del animal que tiene los más bonicos andares que el mundo ha visto. Y para ayudar la pitanza y soportar la nieve que trae Filomena, tinto del país del tinto, tempranillo envasado en las márgenes del Duero. Es lo obligado para encarar el frío y olvidar sobresaltos. Después del susto que nos dio el alcalde, enjaulando en un autobús turístico a los Reyes Magos, a los que paseó durante cuatro horas por toda la geografía urbana, con temperaturas de Burgos y vientos del Moncayo, nos merecíamos un alivio. Aquel largo paseíllo, que más parecía suplicio de condenados que jolgorio de inocentes, me obligó a buscar argumentos atrabiliarios para calmar a mis nietas que querían saber por qué no se paraban y dónde habían aparcado sus carrozas. Afortunadamente aquello ya es pasado, porque en esta vida todo pasa…, menos la 'Coviz', que es como llama a la funesta epidemia mi paisano Ignacio Ruiz-Quintano.

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Decía que en una semana llega la fiesta de San Antón y, con ella, su olla, a la que ningún otro plato de cuchara de la geografía hispana hace sombra, si exceptuamos el botillo del Bierzo, el cocido maragato y la simpar olla podrida burgalesa, que son en los tres casos palabras mayores, manjares deleitosos cuyas recetas reclaman ser escritas en papel de barba o pergamino, con letra redondilla, e ilustradas con los pinceles de Arcimboldo.

Estábamos en que todo pasa; en que lo nuestro es pasar, en que no hay camino y que el camino se hace al andar. Nos lo dijo don Antonio Machado, el hombre que no quería dejar en la memoria de los hombres su canción. Qué inmensa distancia, moral e intelectual, la de este hombre con la de quienes ahora nos confinan, nos perimetran, nos hacen cribados, analizan cepas y nos estabulan en grupos de más o menos riesgo para vacunarnos, por ver cómo resulta el invento y comprobar si sale mejor la banderilla de Moderna, la inyección de Pfizer o la ampolla de AstraZeneca. Las vacunas son el calmante vitaminado para esta sociedad, que está de los nervios con esto de la 'Coviz' y se deja mandar con la mansedumbre de los corderos que se llevan al matadero y como las ovejas que enmudecen delante de sus trasquiladores, tal cual afirmaba el profeta Isaías. Está visto que lo de la obediencia ciega, viene de lejos. Por ello, propongo acatar la tradición de la olla del santo, con un ron pálido de postre y, si se tercia, el arrullo de una canción de Gloria Estefan. Si prefieren una pizza, también vale, pero no se queden solos con la 'Coviz' y la Filomena. No son buena compañía para un trío.

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