En el año en el que se celebra el vigésimo aniversario del nacimiento del euro como moneda física, la zona euro da la bienvenida a su vigésimo miembro, Croacia.
Con una población de cerca de 4 millones de habitantes y una superficie de 56.594 ... km2 (menor que la de Andalucía), es el último país que en 2013 se integró en la Unión Europea (UE), tras sufrir una sangrienta guerra en los noventa.
A pesar de los problemas que han envuelto al euro a lo largo de su historia y las críticas a su consistencia, Bulgaria y Croacia se postularon como futuros candidatos para unirse a la moneda común solicitando, como primer paso, incorporarse al Mecanismo de tipos de cambio (MTC II) en el que antes de formar parte del euro deben permanecer, al menos, durante dos años, controlando la fluctuación de sus monedas dentro unos márgenes respecto a la divisa europea.
Los países que todavía no forman parte del euro (en estos momentos Bulgaria, la República Checa, Hungría, Polonia, Rumanía y Suecia) son evaluados cada dos años por el Banco Central Europeo (BCE) valorando sus progresos en el cumplimiento de los requisitos exigidos por el Tratado de Maastricht para formar parte de la eurozona. Sólo Dinamarca tiene una cláusula de exclusión legal y, por tanto, no está incluida en esos exámenes.
Tras la entrada de Croacia en el Mecanismo de tipos de cambio en 2020 se aprobaron el Plan Nacional para reemplazar su moneda por el euro y la Ley sobre el Euro, en la que se contemplaban medidas para controlar la inflación durante la transición de una moneda a otra. Posteriormente, el 10 de septiembre de 2021, la Comisión Europa autorizó el Gobierno croata a acuñar su nueva moneda.
No obstante, para formar parte del euro no solo se necesita el dictamen favorable del BCE, también se debe contar con la aprobación de la Comisión Europea, el Parlamento y de todos los miembros de la Unión.
El 1 de junio de 2022, la Comisión, en su Informe de Convergencia, manifestó que Croacia cumplía todos los requisitos para integrarse en el euro y propuso al Consejo su incorporación el 1 de enero de 2023. Un mes más tarde, en julio, se fijó el tipo de conversión de 7,53450 kunas por euro.
Asimismo, el BCE asumía la responsabilidad de la supervisión directa de los ocho principales bancos croatas y de seguir con la de otros quince más pequeños desde el 1 de octubre de 2020, según recoge la normativa de la Unión Bancaria.
Aunque este paso tan importante para Croacia se produce en un momento en el que la inflación está en máximos desde que se creó la eurozona y en el que la moneda europea se había depreciado hasta alcanzar la paridad con el dólar, se esperaban importantes ventajas para el país por la eliminación del riesgo de variaciones del tipo de cambio en las transacciones con sus socios, las facilidades para invertir en el país, la reducción de barreras para las empresas y la eliminación de los costes de conversión de divisas, especialmente para los turistas, cuyos ingresos representan alrededor de una quinta parte de su PIB.
Integrarse en el euro no es solo un símbolo de pertenecer a un grupo potente de países que facilitará la comparación en precios dentro de la UE, sino que requiere compromisos y respeto a las reglas establecidas en la zona. Croacia se une a los más de 340 millones de ciudadanos que ya lo utilizan. Además, sus vecinos de Kosovo y Montenegro, aunque no son miembros de la UE, adoptaron el euro en 2002 como moneda de hecho.
Acompañando a este importante acontecimiento, el 8 de diciembre de 2022 la UE aprobó la incorporación de Croacia al espacio Schengen, también el 1 de enero de 2023, con lo que todos los controles fronterizos entre el país y los territorios limítrofes serán suprimidos. De esta forma, desaparecerán las fronteras con Eslovenia y Hungría, mientras que se reforzarán con Serbia, Bosnia Herzegovina y Montenegro.
Actualmente, 22 de los 27 miembros de la UE pertenecen al espacio Schengen y con la incorporación de Croacia, solo quedarán fuera Bulgaria, Rumanía y Chipre. Irlanda, por su parte, cuenta con un acuerdo especial en este sentido.
Al adherirse al Acuerdo de Schengen, los países deben asumir un estricto control de las fronteras exteriores, en un momento en que aumentan las llegadas de irregulares de personas a las fronteras exteriores de la UE.
En resumen, nos adentramos en un año nuevo que se presenta con otras importantes novedades como el arranque de la nueva Política Agrícola Común y en el que España ejercerá la presidencia del Consejo en el segundo semestre, con el deseo y la esperanza de que estos avances consoliden las bases del proyecto europeo.
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