Cruce de piernas
Porque yo vi todas aquellas películas a pelo, sin anestesia, sin que nadie me protegiera de las barbaridades que en ellas se plasmaban
Manuel Pedreira
Granada
Sábado, 6 de febrero 2021, 00:44
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Manuel Pedreira
Granada
Sábado, 6 de febrero 2021, 00:44
Durante lo más duro del confinamiento de la pasada primavera, aproveché para ver de nuevo (revisitar, diría un moderno) algunas de las películas clásicas de mi infancia en compañía de mi hija. Además de por el mero entretenimiento, me divertía comprobar cuáles habían envejecido con ... dignidad y cuáles se habían convertido en infumables bodrios de manual, pero en especial prestaba atención al impacto que los gremlins, los goonies o Marty McFly y el zumbado de Doc causaban en mi hija. Quería saber si aquellos efectos especiales rupestres, que permitían a Michael J. Fox levitar con su patinete a una cuarta del suelo, producían en la mirada de mi hija el mismo asombro que la mía 35 años atrás.
Pues bien, ahora sé que muy probablemente le he destrozado la vida. Ahora empiezo a ser consciente de que el visionado de esas películas ha podido dejar un impacto indeleble en la frágil arquitectura ética (esto me ha quedado de lujo) de mi churumbela. Después de que Disney haya eliminado de su catálogo infantil títulos como 'Dumbo', 'Peter Pan' o 'Los Aristogatos' por considerarlas de un racismo intolerable, me he dado cuenta de que aquellas sesiones de cine a deshoras con mi hija han sido lo más parecido a dejarla sola en Sodoma o Gomorra y salir corriendo como el padre de Hansel y Gretel.
Ahora no sé dónde meterme. Porque yo vi todas aquellas películas a pelo, sin anestesia, sin que nadie me protegiera de las barbaridades que en ellas se plasmaban, sin que nadie me advirtiera de que en las risas y el deleite que me producían ET o Superman en realidad anidaban ideas perniciosas, malignas y más nocivas que una mascarilla con un mes de uso. Y así he salido. Pero con mi hija aspiraba a mejorar la estirpe, una tarea que doy ya por imposible y más cuando ayer mismo la sorprendí viendo Aladdín, ese culmen de la perfidia y el racismo. Estuve a un pelo de facturarla para el juez Calatayud.
Urge una revisión profunda, desacomplejada y moderna, sobre todo moderna, de toda la producción cinematográfica de los últimos seiscientos años. ¿Dónde estaba el padre de Dumbo mientras se mascaba la tragedia? ¿Por qué la bruja de Blancanieves era una bruja y no un brujo? ¿Por qué en Bambi la figura paterna está ausente y no colabora en la crianza? El filtro, además, debe aplicarse también al cine adulto para que el trabajo sea completo. ¿Por qué en Instinto Básico no se vieron los huevos peludos de Michael Douglas en un cruce de piernas? El cine es pecado, es un producto de Satán. ¿A qué me suena eso?
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