Cruz de patrones

El patrón de comportamiento también se forja en nuestras propias reacciones frente a otros testarudos cabezones que jamás se saldrán con la suya, no pasarán. Para bien o para mal, todo queda guardado para ser utilizado en cualquier momento con argumentos más o menos convincentes, ya sea por la vía de la palabra… o de la piedra, que siempre está de moda. Muchas ideas, pensamientos, imágenes, emociones, sentimientos y sensaciones físicas (casi todo siempre malo y en contra de alguien) quedan guardadas en unos receptores que ahora se les llama neurotransmisores, pero que de toda la vida se denominaron rencores. Que estos sean constructivos o destructivos va a depender del que gestiona el cacao emocional.

Donde manda patrón, no manda marinero ni tampoco el sentido común. Lo he visto siempre en nuestro peculiar Día de la Cruz, donde el patrón de agarrar una castaña predomina sobre el paseo tranquilo y los unos vinillos en un mostrador bajo los aromas a jazmín y a bocadillos de morcilla.

El patrón del Día de la Cruz tiene cuatro componentes:

1- Pensamientos creencia e ideas (Religión e higos chumbos).

2- Emociones, sentimientos, estados de ánimo e imágenes (Una cruz colocada estratégicamente debajo de tu balcón sin el ánimo de dinamitarte el descanso con esos dos bafles que parecen elefantes de la India, pero con una sana intención musical: que huyas de Los del Río para siempre).

3- Conductas y comportamientos (Cuatro capullos tempranos pero borrachos orinando en tu portal).

4- Reacciones corporales (Ansiedad, insomnio, malestar general e incluso náuseas visuales).

Se fue el malhadado día y experimento un patrón tan fugaz como el del hombre permanentemente feliz, el del hombre en paz. Los del Río desembocaron por fin en el mar de la tranquilidad.

El Día de la Cruz es la redundancia festiva de la cruz laboral que se denuncia el Primero de Mayo, en la teoría la fiesta del trabajador, en la práctica el hecho objetivo de que vamos hacia el patrón general del currante en el umbral de la pobreza.