Cultivar a la persona
juan de dios villanueva roa
Martes, 10 de diciembre 2019, 23:21
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juan de dios villanueva roa
Martes, 10 de diciembre 2019, 23:21
La educación, ese bien que solo pueden poseer los seres humanos, está dejándose a un lado. A nadie que haya cultivado un huerto se le ... ocurriría dejar que las plantas crecieran a su amor, sin arrancar las malas hierbas, sin colocar guías en los arbustos, sin dar entrada y salida a las aguas de riego, sin cercar la plantación para evitar que los invasores las destrocen… Es lógico, las plantas se cuidan desde el inicio, desde antes de su propia siembra, preparando el terreno, gestionando las aguas que habrán de regarlas, comprando las mejores semillas que podamos permitirnos, los productos que necesitarán… Y en todo el proceso que sigue hasta su recolección, se cuidan sus necesidades, apartando o arrancando todo aquello que las pueda perjudicar, arrimándoles los productos que en cada momento puedan precisar, incluso abrigándolas del frío o alejando los pájaros que picotean sus frutos. Entendamos esta introducción como metáfora de la educación y la labor de los padres en lo concerniente a sus hijos. Pocos son los formados para ser padres antes de llegar a esa fase. Muchos se encuentran con los hijos en la cuna y es entonces cuando comienza el verdadero aprendizaje, en la más pura (y a veces dura) práctica. A partir de ahí, a veces se inicia el proceso contrario al de las plantas en muchas fases. No se ve lo que será mejor para ellos desde la experiencia del adulto, se mira lo que ellos prefieren, hacen o dicen, y se antepone a los verdaderos intereses, que no son a corto plazo, pues la educación es un proceso que, si bien ocupa gran parte de la vida, es en sus inicios cuando se siembran los principios que la guiarán el resto de la vida. No entraremos aquí en el desarrollo de las capacidades de la persona, pero sí en el hecho de que con mucha frecuencia se pretende dejar la educación de los hijos en manos de los docentes, cuya misión es formar al alumnado (formar es algo diferente a educar), y, sin embargo, no se les respalda como se debería. Ni lo hacen los padres, que anteponen las opiniones de sus hijos al proceder del magisterio; ni lo hace la administración, que antepone los supuestos intereses paternales a las decisiones profesionales de los docentes. Y, por si fuera poco, las máquinas están complementando la atención parental hacia los niños, y así, ahora se les entretiene y pretende educar dejándoles móviles, ordenadores, tabletas… con el fin de que se distraigan y molesten lo justo. Las criaturillas de esta forma son introducidas en el mundo de las máquinas, que dominarán a la perfección, aunque no sepan después cómo aplicarlas a un bienestar vital que repercuta positivamente en su existencia, en su educación, en su conocimiento. Eso sí, tendrán toda la información del mundo. Otra cosa será el uso que de esa información sean capaces de hacer. Porque ahí aparece otra clave: la competencia de la persona para desenvolverse en la sociedad. Luego llega PISA.
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