Menudo fin de semana hemos dejado atrás. Cambio de hora, eclipse solar, un tiburón en la playa de El Zapillo y hasta una victoria de ... la Unión Deportiva Almería contra el líder de segunda. Todo eso para los que dicen que «en Almería nunca pasa nada».
La primavera y el buen tiempo regresan a nuestras vidas y nos empujan a salir y a disfrutar de una provincia maravillosa como la nuestra. Pronto estaremos sentados a la mesa de un chiringuito tapeando y disfrutando de los mejores productos del mar de Alborán. Antes de cargar el coche con los aperos de la playa, ocuparemos las terrazas, mezclando sol, sombra y gastronomía.
Aunque lo que se nos echa ya encima, sin esperas, es la Semana Santa. Pocas celebraciones llenan de vida el centro y los barrios cofrades de Almería como esta. En dos semanas, el ambiente olerá a incienso y las calles se llenarán de cera con las estaciones de penitencia, vía crucis y traslados. Digo yo que, con todo lo que ha caído en marzo, las nubes respetarán esa semana entera.
Aquí también tenemos los que dicen que «en Almería nunca se hace nada». Seguramente, por eso, este año se han juntado a la vez todas las obras posibles. En el centro, tenemos levantado el Paseo y también la Plaza Vieja. Más abajo, se acometen las obras del Puerto, con la esperanza de empezar a recuperar este espacio para los ciudadanos. Para obras, las del soterramiento, el AVE y las nuevas estaciones de tren y autobuses, incluyendo las retiradas de los puentes de Los Molinos o la avenida del Mediterráneo.
Estamos en un momento crucial para el futuro de la ciudad, porque todas esas actuaciones deben definir la Almería del futuro, ofreciendo soluciones prácticas de movilidad y habitabilidad, pero también, haciéndola más atractiva para los que vivimos aquí y los que vienen de fuera.
Plaza Vieja, Paseo y puerto son espacios emblemáticos y relevantes. Esperamos mucho de ellos tras las obras, que no se haya escatimado en diseño y materiales para llenarlos de vida y recuperar la fuerza comercial que antes tenía el centro de la ciudad y, poco a poco, se ha ido perdiendo, en favor de grandes superficies más alejadas.
El soterramiento es básico para acabar de una vez con esa brecha que separa en dos la ciudad y la aleja del mar Mediterráneo. No será ninguna superobra singular, atrás quedaron aquellos megaconcursos, pero será y eso es, seguramente, lo más importante de todo. Ahora vemos que los trabajos llevan un ritmo trepidante, justo lo que no ha sucedido durante más de dos décadas.
No olvidemos que otra frase muy almeriense es «aquí todo tarda mucho en llegar». Por eso, conviene poner el acento en las necesidades futuras. Estos días atrás, me decía alguien que sabe mucho de urbanismo, edificios y espacios que al Paseo Marítimo hay que darle una «vueltecilla». No le falta razón. Es cierto que entre aquel murillo de cemento en el que nos limpiábamos la arena de los pies antes de volver a casa y lo que es hoy hay un abismo. Sin embargo, está claro que le vendría bien una renovación y una ordenación de sus usos: peatones, carril bici, accesos, aseos, juegos infantiles, áreas deportivas, zonas comerciales y de restauración...
Ahí lo dejo, por si alguien lo tiene en cuenta y empieza a trabajar para que dentro de dos décadas esté otra vez como nuevo.
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