F*Ibáñez

Como suele decirse, la actualidad manda. Esta no iba a ser la columna que quería enviar, pero desde este humilde rincón que me brinda IDEAL, en La Estación Polar Zebra, he querido hacer mi particular homenaje a D. Francisco Ibáñez. Todos le conocimos en la ... infancia, ese lugar al que regresamos de manera periódica cuando el azar de la vida nos hace accionar ese resorte que nos transporta al pasado. Mortadelo y Filemón estuvieron con nosotros mientras esperábamos para cortarnos el pelo, en las salas de espera del dentista, en la mesita de noche junto a nuestra cama, nos acompañaron al váter, en los trayectos de tren o avión, en la primera comunión, en la playa al refugio de la sombrilla, mientras cumplíamos con la Patria, en las interminables horas de vigilancia nocturna, en la lejanía de España, acercándonos así, un poco más a nuestro hogar, en nuestras horas más tristes, cuando necesitábamos reír a toda costa, etc. Las aventuras de los sagaces agentes de la T.I.A han sido leídas por todo tipo de personas; no han conocido de clases, de género, de edades, de nacionalidades. Sin embargo, me doy cuenta de que Mortadelo y Filemón hoy no tiene el tirón de antaño. Consolas, móviles, tablets o el Manga confabulan y atacan a nuestro tesoro nacional. A Ibáñez (como a tantos otros), España le privó de su merecido reconocimiento nacional y no obtuvo El Princesa de Asturias. Ni falta que hace. Ibáñez tiene algo mejor, el reconocimiento y cariño de más de 40 millones de españoles. De nosotros depende que siga siendo así. Que sigan haciéndonos reír sus aventuras. Gracias maestro.