De debate necesario a cortina de humo

Es muy difícil imaginar los límites de una impostura si no existiese Sánchez al frente del gobierno de España. Su falta de vergüenza, cinismo e impudicia moral lo hacen único en el panorama institucional español e internacional, aunque no deja de ser menos cierto que ha formado escuela en el modelo político español, empezando por el consejo de ministros, así como en determinadas instituciones del Estado y terminando en aquellos militantes de partidos que asumen con delirio sus mentiras y bellaquerías como propias. Esto viene a colación por lo ocurrido estos días pasados con varios temas de la actualidad nacional como es la realidad universitaria, las garantías constitucionales o la justa distribución de las cargas y gravámenes del Estado; realidades atropelladas, vituperadas e incluso pervertidas por razones de interés propio y como cortinas de humo para tapar vergüenzas, traiciones y engaños a los españoles.

Ciertamente que la universidad en España necesita de un profundo debate en orden a revisar su misión, estructura y funcionamiento para que pueda prestar un servicio de calidad y eficiencia a la sociedad española independientemente de que su titularidad sea pública o privada. La esencia del concepto de universidad ya quedó definida en el Código de las Siete Partidas, expresión normativa redactada en el reinado de Alfonso X el Sabio en el siglo XIII, y que dice así: «Ayuntamiento de maestros y de escolares con voluntad y entendimiento de aprender los saberes», a lo que podríamos añadir, para el progreso del conocimiento. Salvo honrosas excepciones, tanto en la pública como en la privada, la universidad está enferma y como prueba evidente está el mismo presidente Sánchez, que obtiene el título de doctor de forma fraudulenta; o el caso de su mujer que se convierte en catedrática, comprando su docencia y utilizando su influencia, careciendo de las condiciones objetivas y legales mínimas para ello. Esta realidad de las universidades españolas, donde la endogamia o el clientelismo, superan los principios fundamentales de capacidad y mérito, necesita de una profunda reflexión pero que ha de venir precedida del análisis y evaluación de todo el sistema educativo español, que hace aguas por todos sitios y determina el déficit estructural existente en los niveles de conocimiento y destrezas que tienen los escolares españoles. Hoy en las universidades públicas, con excepción de ciertas facultades y escuelas técnicas, son auténticas guarderías para 'ninis' y expiden títulos cuya denominación no corresponde con el nivel de conocimiento científico técnico que se le supone adquirido y donde las maestrías son auténticas estafas. No son solo las privadas donde ocurre esto, como dice con desfachatez ordinaria y demagogia barata la vicepresidenta Montero, ocurre en todo el sistema universitario, que además está perdiendo el compendio de valores que lo caracteriza, como la insobornable búsqueda de la verdad, el progreso del conocimiento, el esfuerzo personal para el avance científico y la trasmisión del conocimiento.

La referencia histórica de los estudios universitarios en España, es un motivo de orgullo y un ejemplo donde mirar el pasado para proyectar el futuro; pues desde ser un faro del conocimiento para el mundo, como lo fue Salamanca, cuyos desarrollo científicos y tecnológicos en la etapas de su madurez alcanzan hasta el siglo actual, pasando por la de Alcalá de Henares, modelo de referencia para el mundo, escuela de estadistas que gobernaron los reinos de España, de literatos, filósofos, sabios y santos que escribieron las mejores páginas de la Historia, sin olvidarnos de la estructura territorial española de los centros universitarios que han servido con dignidad a la ciencia y a la trasmisión de saberes.

Hoy el sistema universitario necesita cirugía para alcanzar su verdadera dimensión e ir acabando con la irrelevancia en el conocimiento, obviando la presión política para convertirla en una herramienta ideológica de un grupo social en detrimento de sus principios y funciones al servicio del interés general.