Si la semana pasada escribía sobre la situación que vivía Pablo Casado tras la celebración de las elecciones en la comunidad autónoma de Castilla y León, ésta no se puede pasar por alto para el señor Casado, sobre todo después de los acontecimientos que estamos ... viviendo a lo largo de la semana, desde que Isabel García Ayuso soltó lo que soltó contra la dirección de su partido, con acusaciones de espionaje y maniobras de dudosa legalidad para tratar de perjudicarla. Poniendo a su propio partido en un brete y a Pablo Casado contra las cuerdas y bastante tocado.
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Esta semana en las filas del Partido Popular ha sido bastante convulsa, con acusaciones mutuas desde Génova, 13 hacia la Puerta del Sol, provocando esto un reguero de dimisiones, que ha ido debilitando poco a poco toda la dirección nacional del PP, de tal manera que Pablo Casado se ha visto prácticamente solo frente a los barones del partido, que han pedido que les sea servida su cabeza en bandeja de plata, llegando a tener que convocar, contra su voluntad, un congreso extraordinario, que sea el que designe a una nueva dirección del partido colocando caras totalmente nuevas al frente de la dirección nacional de éste.
Pablo Casado ha sido un líder débil desde que accedió al cargo de presidente del principal partido de la oposición, marcando una estrategia totalmente errática en la confrontación con el Gobierno, empeñado en ocupar mucho más el espacio de la ultraderecha que el centro derecha, que es donde un partido de corte demócrata cristiano como el suyo debe estar, para que realmente pueda ser un partido útil tanto en la oposición como está actualmente, como en el Gobierno en los periodos que le ha tocado gobernar este país.
Esas estrategias tan erróneas son las que han arrastrado a su partido hasta aquí, apartándolo de lo que sería un partido de Estado, que en lugar de estar en lo temas que le importan a todos los Españoles y Españolas, se ha dedicado a engordar la lideresa Ayuso, para que le comiera todo el terreno al Partido Socialista, terminando ésta por comerse todo el terreno del propio presidente del Partido Popular, como estamos viendo en estos días. Que ella mismo, la que él elevo a los altares, le ha dado el golpe de gracia para terminar con su carrera política, que va a pasar a la historia por ser efímera y por sus casi nulos logros.
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Ahora el partido está en descomposición, con los barones enseñándole a Pablo Casado la puerta de salida, que será en un congreso extraordinario, pero la patata caliente sigue estando dentro del partido para el que llegue a la Presidencia de él, con una Isabel García Ayuso atrincherada y envalentonada en la Puerta de Sol, sobre la que pesan acusaciones de trato de favor a la empresa de se hermano, por haber cobrado comisiones en la compra de las mascarillas, en la peor época de la pandemia, para la comunidad de Madrid. No pudiendo esto quedarse en el limbo, puesto que volvería a ser la espada de Damocles para aquel que de ese congreso extraordinario salga como líder del Partido Popular.
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