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Desmemoria

Ad Líbitum ·

Con la exhumación de los restos de Francisco Franco del Valle de los Caídos, ningún partido opositor rechistó

Javier Pereda

Jueves, 17 de septiembre 2020, 23:29

El Anteproyecto de Ley de Memoria Democrática constituye algo más que una simple maniobra de distracción política. Hasta la prensa internacional como 'The Washington Post', 'The Guardian' o 'Le Monde' critican al Gobierno de actuar «tarde y torpemente» en la gestión de la crisis sanitaria ... y económica. Sin embargo, este proyecto ideológico que comenzó en 2007, con la Memoria Histórica de Rodríguez Zapatero, no fue derogada por Rajoy en 2011; como diría con criterio Balmes «el conservadurismo político conserva la revolución liberal». Esta ley que se aprobará en la tramitación parlamentaria, supone un torpedo en la línea de flotación de la Transición y la concordia, porque, según la vicepresidenta Calvo, viene a «homologar la democracia». Es la justificación para demoler y cambiar el régimen constitucional de 1978 (monarquía parlamentaria, la libertad ideológica, religiosa, de expresión, asociación...). Con esta ley la supremacía moral del Gobierno social-comunista viene a imponer inquisitorialmente el 'nihil obstat' de lo que es democrático. Por tanto, no se trata de un estratégico bote de humo, sino de conformar un Frente Popular ('Frankenstein') que actúe a modo de cordón sanitario contra la oposición desactivándola. El escenario de Memoria (anti)Democrática que plantea este Ejecutivo –salvando las distancias–, nos recuerda al de la Segunda República, que condujo a la sublevación de julio de 1936. Con la diferencia que entonces sí que hubo una contestación social y política al intento de convertir la Nación en una sucursal de la URSS de Stalin.

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