Dictadura de la moda

Lo que espero es que, ahora que no vamos a poder planchar cuando queramos por culpa de la subida de la luz, no se convierta en delito ir hecho un acordeón: no sé qué régimen es peor, si el norcoreano o el que te obliga a quedarte un sábado en casa dándole a la plancha para que la luz te salga más barata, que el fin de semana es un periodo de horas 'valle'. Sí, pero de lágrimas. Porque esa es otra: lo difícil que resulta planchar una camisa. Me he puesto un vídeo donde Bertín Osborne explica cómo hacerlo, que hay que aprender de los mejores y Bertín va siempre hecho un pincel, con ese almidonado que tienen los señoritos que se cayeron en una marmita de apresto cuando eran pequeños. El primer consejo que da el cantante es que no se nos olvide enchufar la plancha. Mira, menos mal. Pues ni con esas. Con lo mal que dejo las camisas, espero que la arruga vuelva a ser bella. San Adolfo Domínguez, en vos confío.

Pero Kim Jong-un no es el único que tiene problemas estéticos con los habitantes de su república, que yo los tengo con los de la mía: seis meses llevo intentando que el heredero se corte el pelo. Y el tío, que si quieres arroz, Amada Líder, que no se lo corta porque es símbolo de su individualidad y de su fe en la libertad personal, como decía Nicolas Cage en 'Corazón Salvaje' de su chaqueta de piel de serpiente. Total, que el pavo rebelde parece Kempes cuando jugaba en el Valencia. Yo lo mando a Corea del Norte.