La tierra continúa dando vueltas, como siempre, y con ella todos los que la habitamos. Pero en los últimos meses da la impresión de que ... el interés por cuanto ocurre en los cinco continentes en que se divide el planeta se ha paralizado con la atención fijada en las dos grandes guerras –entre las cerca de 40 que son conocidas – y los dos personajes de leyenda que aparecen a la cabeza, el desaprensivo Vladímir Putin y el histriónico imprevisible Donald Trump, cuyas ambiciones coinciden despertando miedo, especialmente en este resguardo de libertad y democracia que es Europa. La Europa Unida que intenta rearmarse militarmente antes de que sus temores ya se hagan tardíos.
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Pero no solamente en Ucrania y Gaza suceden hechos que merecen interés. Hay otros muchos focos, empezando por España donde cada mañana nos despertamos con un nuevo escándalo, político o de corrupción, afianzados en el empeño del presidente del Gobierno que nos ha tocado por conservar el poder a cualquier precio, incluido el del respeto a la justicia o la integridad territorial. La demanda generalizada de que se convoquen unas elecciones para que todos podamos escoger a quienes estimamos más idóneos para afrontar los problemas existentes tropieza, invariablemente, con una actitud negativa y antidemocrática que incluso impide que se pueda aprobar un Presupuesto general para financiar las necesidades que requiere nuestra defensa.
Requiere atención Alemania, que con unas elecciones anticipadas está consiguiendo una coalición entre los principales partidos que, a pesar de sus ideas enfrentadas, son conscientes de que lo más importante en estos momentos es la seguridad. Y asistimos a la convocatoria de elecciones del nuevo primer ministro de Canadá, Mark Carney. O miramos a Portugal, que en menos de tres años presenció la dimisión instantánea de dos primeros ministros, víctimas de alguna sospecha para que fuesen los jueces los que la despejaran. El modelo de la estabilidad democrática vecina explica que dos portugueses encabecen la diplomacia internacional: Antonio Guterres, secretario general de la ONU, y Antonio Costa, presidente del Consejo Europeo.
Por olvidar, lo hemos hecho con inusitada rapidez del dictador venezolano Nicolás Maduro. También la opinión pública, tan interesada en las guerras, parece haberse olvidado de la interminable del Congo o la que continúa en Siria a pesar de la huida de su sátrapa de tantos años. Y asistimos estos días a las gigantescas manifestaciones de protesta en Turquía contra el intrigante presidente Erdogan, siempre tan activo entrometiéndose en otros conflictos y ahora callado ante lo que está ocurriendo en el suyo.
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