El 27 de enero del pasado año escribí el artículo 'Suenan los timbales en la OCG'. Los sonidos de este instrumento de percusión, símbolo de inquietud y reafirmación en la obra musical, han estado presentes durante la breve historia de la orquesta granadina. Tengo vivo ... aún el recuerdo del encuentro en la Sala 'Rosa Sabater' de nuestro Auditorio, cuando en 1984 el viceconsejero de Cultura de la Junta de Andalucía nos congregó en un momento clave, por las transferencias de instituciones culturales que se estaban gestando, y ante la pregunta sobre si la sede de la futura Orquesta de Andalucía estaría en Granada como Capital Cultural de la Comunidad, promesa que para desechar pensamientos neocentralistas iba de boca en boca, se produjo un silencio cuyo eco perdura y que presagió lo que iba a ocurrir años después.
La respuesta de Granada fue dar un paso al frente con la New American Chamber Orchestra (NACO) a modo de puente para la creación de la Orquesta de Cámara, presentada el 15 de junio de 1990 con motivo de la inauguración del Festival Internacional de Música y Danza. El corazón de la inocencia político-autonómica todavía palpitaba con fuerza, por eso surgió la idea de que fuese la orquesta residente de la EXPO'92. Sin embargo, mientras se creaba el Consorcio 'Fundación Granada para la Música' con el Ayuntamiento, ONCE y Caja General de Granada, en Sevilla, el presidente de la Junta y el alcalde del Ayuntamiento hispalense firmaban un convenio por el que se instituía la Orquesta Sinfónica, financiada al 50%. Confeccionada la plantilla de 110 músicos seleccionados en distintos países con el atractivo de la Exposición Universal, ofreció su primer concierto en marzo de 1991.
Pronto se amplió el número de componentes de nuestra orquesta a formato clásico, con la intención de aproximarse al modelo de una ciudad comprometida musicalmente. Años más tarde, la Real Academia de Bellas Artes de Granada le concedió la Medalla de Honor en reconocimiento a la relevante labor artística. Acerca de la propuesta de incremento de plantilla sugerida por quien firma este artículo, cuando se decidió la construcción del Teatro de Ópera, el entonces titular de la OCG Salvador Mas manifestó que era suficiente con la que se contaba. Llamó la atención que en 2004 viera la luz la Fundación Pública Andaluza 'Barenboim-Said' y su Academia de Estudios Orquestales, apoyada en profesores de la Orquesta Sinfónica de Sevilla, asignándole la Junta una subvención de 1.013.828 euros el año 2018.
Mantener una orquesta y sus niveles de calidad requiere complejos equilibrios y prudencia en sus aspiraciones, a veces causa de falsas expectativas. El café para todos suele acabar en café para unos, descafeinado para otros y achicoria para los demás, y generar duplicidades gravosas con proyectos de ambición más política que social y cultural. Tal vez la OCG nació sin la solidez exigible, a tenor de los fines planteados, no previendo lo que se avecinaría. Además, el mecenazgo de altos vuelos precisa un conjunto de empresas muy potentes que Granada no dispone. Todo esto, unido a las carencias en la economía ciudadana y los efectos de la desafección por tanto tiempo de hartazgo, provocó que se llegase a decir: «Los pueblos pueden vivir sin músicos, pero no sin médicos».
Hace aproximadamente diez años se contempló en la Academia de Bellas Artes de Granada la posibilidad de organizar un ciclo de debates referente a la gestión de las orquestas, la dirección artística, los conciertos, el repertorio y el público, abierto principalmente a nuestra Comunidad, pero las discretas respuestas y algunos silencios reflejaron escaso interés.
La Orquesta Ciudad de Granada quizás debería replantearse desde la fecunda austeridad y la cohesionada disciplina los objetivos del qué y el cómo, con la referencia de su celebrado nervio, su contagioso entusiasmo, su alejamiento de personalismos y su fe en la imponente ciudad de Granada. No obstante, acecha un serio peligro al arte y la cultura: la mercadotecnia, no siempre acorde con la realidad, que obnubila y genera ambiciones ajenas a la grandeza intrínseca de la música. Existen problemas muy graves relacionados con las orquestas en otros lugares de España y el exterior. En una conocida formación orquestal extranjera sacudida por las turbulencias económicas, al solidarizarse el director titular con los músicos, uno de ellos le respondió: «Empiece por usted, maestro».
Es bueno mirar atrás si hay deseos de superación. Seguramente será preciso llevar a cabo reformas en la OCG para consolidar y fortalecer la transformación, y así poder aspirar al legítimo reto de ser instrumento musical de primer orden, con una plantilla acorde a las exigencias del repertorio de la música de ayer y hoy, avalado por una justa y eficaz financiación, y alentado por el decoroso servicio público y el abnegado compromiso, desde el podio hasta el último atril. El hecho es que la OCG revela 'disonancias' pendientes de 'afinar' si no se quiere poner en riesgo un pilar fundamental de la cultura de Granada.
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