La convocatoria de elecciones anunciada por Pedro Sánchez para el 28 de abril y la fijada el 26 de mayo para municipales, europeas y en trece comunidades autónomas, todas excepto Andalucía, Cataluña, País Vasco y Galicia, hará que acudamos a las urnas dos veces en ... el plazo de un mes. Será otra novedad con la que nos encontremos en estos tiempos de nueva política, en los que afortunadamente la democracia representativa sigue vigente. Pero me malicio que estas elecciones de doble vuelta pueden sorprendernos en muchos aspectos.
La no coincidencia en el 'superdomingo' permitirá que las locales no queden diluidas por el debate nacional, que los candidatos a alcaldes no se vean sobrepasados por las siglas de su propio partido, pero cabe que la proximidad de los dos procesos provoque cansancio y la consiguiente abstención. La campaña de la primera ronda se inicia en plena Semana Santa, con lo que el sprint final será endiablado. Tampoco habría que descartar que los resultados de las generales generen un efecto arrastre, tendencia, entre votantes vencedores o una movilización de los perdedores.
Lo que se ha constatado es que Pedro Sánchez pasará a la historia de nuestra democracia como el breve, por este mandato que le ha permitido ocupar la Moncloa desde primeros de junio, tras la moción de censura que derribó a Rajoy. Supo aprovechar la oportunidad de manera legítima, aunque anunció en el primer momento que su objetivo era convocar elecciones. Lo ha hecho tarde y obligado por el fracaso de los presupuestos. La debilidad parlamentaria era evidente y arriesgada su apuesta por el diálogo con los independentistas catalanes, con los que a la postre no ha cedido en nada trascendente y así hay que reconocerlo, por mucho que sea atacado y lo repitan mil veces sus adversarios políticos.
Lo de Cataluña seguirá como caballo de batalla en esa macro campaña que ya hemos empezado a sufrir, pero tranquiliza que en las sesiones iniciadas este martes en el Tribunal Supremo se deje muy claro que lo que se juzga no son ideas políticas sino hechos presuntamente delictivos contemplados en el ámbito de nuestras leyes penales. El desarrollo de la causa, con transparencia y todas las garantías, a pesar de que se aproveche como altavoz para vender proclamas o defensas de seres que se presentan como angelicales, coincidirá con mensajes cruzados e intereses variados, que veremos de qué manera influyen en la opinión pública.
Era imprescindible acudir al voto para que los ciudadanos decidan. Y bien decidido estará, como dijo Sánchez, aunque se nos abrirán escenarios inéditos, como el modelo andaluz con un gobierno de coalición y una mayor fragmentación. Si el bipartidismo y las mayorías absolutas pasaron a la historia, también los gobiernos monocolores se agotan y vienen otros tiempos. ¿No les parece?
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