Hoy es Domingo de Resurrección. Gran día. Vivimos tiempos laicos, desdeñosos e ignorantes. Con la liturgia. Con el misterio de lo intangible. Sin procesiones, el demonio es otro ahora. El virus de las narices (nunca mejor dicho). Veo a Norma Duval vacunándose en el Zendal. ... Orgullosa y animando a otros. Pensarán algunos en la antigua musa del PP. Estamos a otra cosa. Decía Lana Turner que no entendía que las estrellas salieran a la calle de cualquier manera. Hechas un desastre, sin peinar, en chanclas. Está claro que Norma Duval, antes de pasarse por el Zendal a por su AstraZeneca («la que me toca por edad»), ha pasado por peluquería y maquillaje. Qué ojos, cuánto negro. No se ha puesto sujetador de tirantes (para que no se vea). Sí escote de los de enseñar. Toda de negro, como el lápiz de ojos, vestido y mascarilla. Viva la nueva normaduvalidad (término de Martín Bianchi que me encanta). Vacunarse es una fiesta, vistámonos de domingo.

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