Cuando tu edad es múltiplo de seis
ANTONIO AGUDO MARTÍN Y ERNESTO MEDINA RINCÓN
Jaén
Sábado, 27 de noviembre 2021, 13:14
Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
ANTONIO AGUDO MARTÍN Y ERNESTO MEDINA RINCÓN
Jaén
Sábado, 27 de noviembre 2021, 13:14
Antonio Agudo Martín
Envejecer es una mierda. Sabina dixit. No le falta razón al insigne ubetense. Esto de hacerse mayor es, querido Ernesto, ir descubriendo partes del cuerpo desconocidas hasta ahora, por los crujidos y sordos rumores de queja, al ser sometidas a movimientos. A los 60 uno ... ya va empezando a pensar en bajar el dormitorio a la planta baja para no oír los chasquidos de las rodillas al subir y bajar las escaleras. Tengo sesenta años y soy de Jaén, así que la tarjeta dorada para que hagan descuentos en el tren no me sirve un pijo. Cada vez tenemos menos trenes en Jaén y más pensionistas, así que, como somos los de la generación del Baby Boom, nos vamos a quedar sin la paguilla. El ministro Escrivá no para de darle patadas a la mayoría de edad para poder ser jubileta. Ya vamos por los 67 años y sumando. A este paso no llego al retiro ni con 50 años cotizados. Lo mismo me da tiempo a cobrar un par de meses, pero como dicen en Bailén: ahora que estaba agustico va y se muere. Es que en mi pueblo somos muy de Proust.
A partir de los sesenta nos ponemos a lo Woody Allen a pensar en la muerte y en el sexo (perdido, al menos con la frecuencia adolescente). Yo aún me acuerdo de cuando era inmortal y usaba unos vaqueros Wrangler de la 34. Así que no me digan que los sesenta son los nuevos 40 porque no es verdad. Eso sí, somos más sabios y la veteranía nos ayuda a lidiar con los jefes y con las prisas. Ya sabemos cómo funciona este asunto del día a día y, por mucho que forcemos la máquina, las cosas hay que hacerlas por este orden: la primera, primero y lo que no dé tiempo, mañana. Tenemos más oficio y una mochila de años que pesa más por atrás que por delante. Por eso no a- guantamos tantas gilipolleces ni a los gilipollas.
Tengo sesenta años y parece que fue ayer cuando era un chavea y leía a Stevenson alumbrándome con una linterna bajo las mantas. Poco a poco vamos llegando, como diría Tolkien, a los puertos grises, pero por el camino hemos fondeado y lo seguimos haciendo en bahías llenas de vida y satisfacción. He pasado de nieto a abuelo casi sin darme cuenta. Lo mismo a mis sesenta años soy feliz.
Ernesto Medina Rincón
Un amigo me contó amargado que su hijo le había dicho 'ok, boomer'. Era la primera vez que lo oía. «Deber ser porque nos asocian con los chicles boomer; vamos, que somos unos antiguos». Yo, que no recordaba más chicles que los Bazooka, he investigado lo de boomer. Efectivamente aquí la editora Morente, el maestro Agudo y un servidor somos hijos del 'boom' demográfico de los años cincuenta y sesenta. Unos 'boomers' de libro. O sexagenarios. O sesentones. ¿Qué pasa? Últimamente me andan diciendo que cada día estoy más joven. Lo cual, no es que vanidoso me lo crea, es una verdad como la copa de un pino. Mónica Bellucci, también una de los nuestros, sigue como un tren. El día que la invite a cenar echa el freno el tranvía de Jaén para vernos pasar.
No se enteran estos jovenzuelos con acné mental y poca sesera que puestos a ser modernos les damos vueltas. Nosotros no hemos triunfado en la tercera revolución cultural -la de internet tras la escritura y la imprenta- porque valgamos lo que nuestra cara bonita. Ha sido trabajo e inteligencia. No me pregunten por la política y las costumbres. ¿O suponen nuestros herederos que la democracia cayó solita como las hojas de los árboles en este ventoso noviembre? Que ahora vivan en pareja sin papeles se lo deben a la transformación social que encabezamos con nuestra tolerancia y visión de futuro.
No se enteran de que cumplir ahora sesenta dista mucho de ser un anciano como antaño. A un sexagenario le restan muchas alegrías que darle al cuerpo. Si lo dejan, también a la sociedad, pues a las ganas de servir a la Nación sumamos experiencia, capacidad, vigor e inteligencia. España sin nosotros está más perdida que el barco el arroz. Si hemos de jubilarnos, que no nos busquen en el Hogar del Jubilado jugando al tute. Quien menos se marcha a África de voluntario o emprende una vuelta al mundo en sesenta escalas.
No nos importan los comentarios despectivos de nuestros sucesores. La historia nos juzgará como generación. Pero queridos Morente y Agudo, como algún mozalbete, al intentar yo explicarle qué es el mundo, me diga 'Ok, boomer', sinónimo de «vale, viejales, no me ralles con tus batallitas», pienso responderle 'Ok, baby', que traducido libérrimamente equivale a «una mierda pa ti, chaval, sabeor, enterao». Y nosotros, los sesentones, a vivir. Que nos queda mucho más que tres días.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
España vuelve a tener un Mundial de fútbol que será el torneo más global de la historia
Isaac Asenjo y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.