El fracaso de las negociaciones entre conservadores, socialdemócratas y liberales para conformar un Gobierno estable en Austria, materializado con el anuncio de dimisión del canciller en funciones Nehammer, dejaba dos opciones al presidente del país: elecciones anticipadas o encargar al líder del ultraderechista Partido de ... la Libertad (FPÖ), Herbert Kickl, la difícil tarea de armar un Ejecutivo. El progresista Alexander van der Bellen eligió esta última vía, visto que las encuestas señalan que una nueva llamada a las urnas aumentaría el apoyo del 28,8% que los extremistas obtuvieron en septiembre. Los populares del ÖVP, ya con nuevo dirigente, no pueden estar más abiertos a pactar con una fuerza ultra aliada del húngaro Viktor Orbán y probablemente incapaz de lidiar con la recesión económica y un déficit que supera el límite que impone Europa. La coyuntura austriaca introduce otro factor desestabilizador en la Unión, aquejada ya de las provocaciones de inspiración prorrusa de Hungría y Eslovaquia, de la tutela de Marine Le Pen sobre Bayrou en Francia y de la crisis alemana, donde el panorama aún tardará en aclararse después de los comicios del 23 de febrero.

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