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Opinión

Biden se pierde ante Trump

Es más probable que el presidente demuestre que el fiasco del debate fue solo un mal día que su rival se modere y entre en razón

Editorial

Viernes, 28 de junio 2024, 21:44

El primer cara a cara entre Joe Biden y Donald Trump se inclinó tanto a favor del segundo que ha sido unánime la percepción del estado de ánimo en que se encuentra el Partido Demócrata: en pánico. El presidente de Estados Unidos no solo fue incapaz de aprovechar las numerosas oportunidades que le brindó el candidato republicano al exhibir gran parte de las mentiras y de los exabruptos a los que es adicto. Tampoco acertó a expresar sus propósitos de manera ordenada e inteligible. Aunque la vicepresidenta Kamala Harris insista en que lo importante no es saber debatir, sino saber gobernar el país, el actual inquilino de la Casa Blanca despertó serias dudas de que esté en condiciones de seguir liderando la primera potencia del mundo tras las elecciones del 5 de noviembre.

Los peores temores se vieron cumplidos. Pero los demócratas saben que no pueden dejar en nada la nominación en primera vuelta de Biden e impulsar otra candidatura en su convención de agosto mientras el presidente siga postulándose. Incluso en el caso de que renunciase, el partido tendría que sustituirle en tiempo récord por una persona que reúna tal anuencia y capacidad de movilización electoral que sería menos aventurado convencerse de que solo Biden puede salir de nuevo al paso de Trump. Es muy probable que el debate haya modificado las expectativas de los votantes y de sectores influyentes, como lo estará haciendo en todas las instancias de gobierno fuera de aquel país, de modo que ciudadanos y líderes de opinión se vean emplazados a partir de ahora a destacar las supuestas ventajas de que Trump regrese a la Casa Blanca o, cuando menos, a relativizar los perjuicios que ello supondría para las democracias y el bienestar de los más vulnerables. Sin embargo, cabe albergar más esperanzas en que Biden demuestre que el fiasco del jueves fue solo un mal día para su retórica que en la pretensión de que su rival se modere y pase a empatizar algo con aquellos seres humanos que no acaban de encontrar motivos para aplaudirle.

Aunque la perspectiva ya confirmada de que Estados Unidos no tiene más remedio que optar entre un político consagrado durante tantas décadas al servicio del interés común que podría ofrecer señales de fragilidad y fatiga frente a un populista desalmado que ha hecho del supremacismo de origen y de clase es también un argumento propicio para que los norteamericanos se desentiendan de la suerte que corra el resto del mundo. Como si eso les pusiera a salvo.

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