China ha decidido pasar al ataque con las mismas armas empleadas por Donald Trump y ha amenazado con elevados aranceles a productos clave como el petróleo y el carbón importados de Estados Unidos, en un plante que contrasta con la subordinación forzada de México, Canadá ... o Colombia ante el peligro de fuertes gravámenes estadounidenses a sus artículos. En plena agitación de la economía mundial, el Gobierno de Xi Jinping mide a su rival –se ha dado una semana de plazo para hacer efectivas las tasas– antes de atreverse a golpear al inquilino de la Casa Blanca, acostumbrado a someter a sus oponentes a una presión asfixiante para luego poder negociar con ellos desde una oposición de fuerza, como ha hecho con Sheinbaum, Trudeau y Petro. Pero en esta batalla comercial, el mandatario de EE UU se ha topado con el gigante asiático, con quien libra un pulso de mayor enjundia: el cetro de primera potencia tecnológica del planeta.
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Estados Unidos y China ya cruzaron subidas de aranceles durante el primer mandato de Trump, aunque ahora la guerra es más abierta. En su reválida, el presidente estadounidense, arropado por magnates tecnológicos, ha cargado contra el Gobierno chino con la excusa de su presunta responsabilidad en la fabricación de componentes químicos esenciales para la producción y posterior tráfico de fentanilo, una droga que causa estragos en EE UU, sin reparar con la misma intensidad en las causas que han convertido al país del dólar en uno de los grandes consumidores de estupefacientes y psicofármacos.
En realidad, el gigante asiático pretende dejar de ser la gran factoría de productos del mundo –bienes baratos de gran penetración en los mercados– para ascender en las cadenas globales hasta convertirse en la principal potencia manufacturera de productos tecnológicos. Con el plan 'Made in China 2025', aspira a un mayor valor añadido e independencia de proveedores. Hoy es líder en paneles solares, baterías de litio y coches eléctricos, en competencia con EE UU y más desde que Elon Musk, dueño de Tesla, ha aterrizado en el Capitolio. Y quiere serlo en robótica, chips e inteligencia artificial, como ha demostrado con DeepSeek. El pulso tecnológico, con Google y TikTok en el punto de mira de ambos países, puede extenderse a Ucrania por el interés de Trump en las reservas de minerales como el litio y el titanio, necesarios para las nuevas tecnologías, a cambio de apoyo militar en su guerra con Rusia. Otro motivo para la inquietud.
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