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Opinión

Conmoción iraní

Editorial

Lunes, 20 de mayo 2024, 22:29

El fallecimiento en accidente de helicóptero del presidente de Irán, Ebrahim Raisi, y su ministro de Exteriores, Amir Abdollahiam, ha suscitado una gran conmoción en el país de los ayatolás. La fuerte personalidad del presidente, defensor de una política de mano dura y rígida ortodoxia religiosa, deja un vacío considerable en la cúpula del poder abriendo numerosas incógnitas sobre quién y con qué propósitos lo acabará ocupando. En el plano interno, la desaparición de Raisi priva a la república islámica teocrática de uno de sus mayores referentes y uno de los principales brazos represivos del gobierno de Teherán. Pero la muerte del máximo líder iraní desborda el ámbito doméstico para afectar directamente a su proyección exterior. Irán es uno de los principales actores del clima de tensión que atraviesa Oriente Próximo y, de su dirección política, puede depender la extensión de la guerra en Gaza y la amenaza, incluso nuclear, para Israel y los países árabes de la región. Irán no debería caer en la tentación de trasladar a sus conciudadanos un victimismo agresivo como terapia para una difícil coyuntura, sino aplicar su influencia en la región para facilitar una tregua en Gaza y sustituir la guerra por la acción diplomática.

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