La hora decisiva

Las crecientes dificultades para mantener prietas las filas en el bloque de la investidura en el Congreso advierten sobre el complicado panorama al que se enfrenta el Gobierno. La principal argamasa que une a los socios, el temor a que la derecha alcance el poder, empieza a resultar insuficiente cuando se mezcla con cuitas internas y, además, su apoyo al Ejecutivo coincide con una apreciable pérdida de votantes –EH Bildu es la gran excepción– y el fantasma de un adelanto de las generales sobrevuela el escenario, lo que les invita a prepararse para tal eventualidad. En este contexto, la legislatura se acerca a su hora decisiva. Un magnífico termómetro para calibrar su futuro será la tramitación de los Presupuestos una vez que su prórroga este año dificulta la opción de recurrir de nuevo a esa fórmula. La aprobación de las Cuentas, que allanaría un terreno repleto de obstáculos, dependerá no solo de su contenido, sino de la disposición de Junts y ERC a respaldarlas en función de cómo se resuelva la gobernabilidad de la Generalitat y de la disposición de Sánchez a nuevas cesiones. También de los intereses de los demás aliados. La crisis en Sumar después de un nuevo revolcón en las urnas y su pulso con Podemos constituyen dificultades añadidas.

El PSOE salvó los muebles en las elecciones europeas, en las que la inequívoca victoria del PP no fue tan contundente como para poner al Ejecutivo contra las cuerdas ni oculta una doble carencia de los populares: siguen sin marcar la agenda política –va a rebufo del marco de debate que fija el Gobierno– y sin construir una alternativa cuyo principal 'gancho' no sea desalojar a Sánchez de la Moncloa.