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La ley educativa del día

Todas las leyes educativas han muerto vírgenes, además, pues a ninguna se le ha dado un tiempo de implantación razonable para que demuestre sus virtudes, en el caso inseguro de que las tuvieran

rafael ruiz pleguezuelos

Martes, 4 de mayo 2021, 00:45

Vencido un número de años suficiente, que haya una nueva ley de educación dejará de ser noticia por la sencilla razón de que no es ... novedad. En la historia reciente de España, hemos vivido tantas y tan variadas en su color pero erradas en el fondo que al final ninguna merece ser tenida en cuenta. Estas semanas se hablaba con el cansancio de la costumbre de la evaluación del bachillerato, de las propuestas, las consultas. Todas las leyes educativas han muerto vírgenes, además, pues a ninguna se le ha dado un tiempo de implantación razonable para que demuestre sus virtudes, en el caso inseguro de que las tuvieran. Con la ley Celáa ocurrirá igual. No se calienten mucho con ella, no le dediquen demasiados esfuerzos, porque más pronto que tarde será reemplazada por otra tan descalabrada y laxa en estos u otros aspectos. Como en tantas cuestiones que funcionan mal en nuestro país, el error es general, no concreto. De concepto, vamos. En algún momento malhadado nos hemos instalado en la equivocación de que la exigencia es enemiga de la inclusión, y a partir de ahí todo son golpes y catástrofes. Para que la fiesta sea completa, cada autonomía es un castillo feudal con sus leyecillas propias, así que si uno se muda de Andalucía a Murcia por motivos de trabajo ya pueden sus hijos prepararse para entrar en un universo con unas leyes que en poco se parecen a las del lugar del que vienen. Y no digamos ya cuando la lengua es otra y nos topamos con los requerimientos del nacionalismo excluyente.

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