Engrudo con solera
Olona, mujer de rompe y rasga, recuperó las esencias ochenteras en un inicio de campaña que fue toda una declaración de intenciones. Cubo, cepillo y engrudo
Manuel Pedreira Romero
Sábado, 4 de junio 2022, 00:11
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Manuel Pedreira Romero
Sábado, 4 de junio 2022, 00:11
Cepillo, cubo y engrudo. Una campaña de toda la vida, de las de antes, de las de siempre. Como Dios manda. La incógnita que debe resolverse en esta campaña electoral no estriba, como los analistas más conspicuos no dejan de repetirnos desde que Juan Marín ... se sacó el primer carné del PSOE, en si Juanma Moreno alcanzará una mayoría suficiente para gobernar en solitario o si, por el contrario, habrá de repetir la fórmula del bipartito pero con Vox como compañero de juegos. La frase me ha salido demasiado larga, como de un Philip Roth de mercadillo, pero me conformo con haber puesto bien las comas.
Digo que de estas dos semanas no espero nada milagroso. Moreno tratará de no meterse en ningún maizal. Sabe que si se convierte en una estatua con corbata doblará sus escaños de hace cuatro años, así que de aquí a dos domingos procurará hacer el menor ruido posible. Del candidato del PSOE hablaré más adelante.
La protagonista indiscutible de la campaña va a ser, ya es, Macarena Olona. La de Salobreña no vino al mundo para pasar desapercibida y no recuerdo haber escrito una obviedad tan gruesa en los últimos veinte años. La candidata de Vox comenzó su campaña la noche del jueves con una pegada de carteles tradicional. En los últimos años se había impuesto la moda de los atriles, de los candidatos sujetando el cartel con su careto para los fotógrafos, de los vinilos insípidos en las paradas de autobús, de las banderolas en las farolas. Todo muy sostenible y ecológico. Moderno y chic. Sin embargo, el jueves por la noche, Olona, mujer de rompe y rasga, recuperó las esencias ochenteras en un inicio de campaña que fue toda una declaración de intenciones. Cubo, cepillo y engrudo. Nada como resucitar viejas liturgias para gritarle a toda Andalucía que el voto a Vox es el voto de la certidumbre y la solera.
Cómo olvidar aquellas paredes tapizadas con la jeta de Felipe González repetida una y otra vez, calles enteras forradas con el rostro del abogado sevillano en una extenuante reiteración facial que solo había ocurrido hasta entonces en los hermanos Dalton y en el álbum familiar de José María Ruiz Mateos.
Macarena ha empezado blandiendo el cepillo y puede acabar de vicepresidenta de todos los andaluces, no solo de sus vecinos salobreñeros. Se espera mucho de ella en esta campaña. O quizás solo lo espero yo, que siempre ando sin chascarrillos que echarme al teclado. Del candidato del PSOE ya les hablaré en otra ocasión. Cuando lo encuentre.
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