El pasado 27 de octubre, el Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, ha hecho entrega a la presidenta de las Cortes Generales del 'Informe sobre abusos ... sexuales en el ámbito de la Iglesia católica y el papel de los poderes públicos'. El informe recoge información sobre 487 víctimas.
La gravedad de los hechos, a pesar que sólo el 0.6% se ha realizado en el seno de la Iglesia, hace que los medios de comunicación en estos días, y de modo repetitivo, informen de tales abusos, dada la importancia de la Iglesia católica en nuestro país. Este escándalo implica para algunos cristianos el abandono de sus creencias y prácticas religiosas. Situación lógica para aquellos que, por su escasa formación religiosa, no distinguen entre el mensaje y el mensajero. Y sobre todo se silencia la labor de tantos misioneros, santos e innumerables personas 'heroicas' que por su fe entregan su vida en favor de los más necesitados.
Es cierto que en el ámbito educativo, el sujeto y el mensaje ('el qué' y 'el quién') se encuentran íntimamente unidos y difícil su separación en edades tempranas; sin embargo, es necesario hacer la separación entre el profesor y la materia que imparte. Un buen o mal profesor de cualquier materia puede suscitar en sus alumnos el amor y la vocación hacia la asignatura, o bien el rechazo y el odio hacia la misma; pero nadie lógicamente podrá afirmar que la asignatura es mala porque lo es el profesor. El valor en sí de cualquier materia académica es independiente del profesor que la imparte. Tal separación es necesaria también realizar entre el contenido de la fe cristina y aquellos quetienen la misión de trasmitirla.
Superioridad del ejemplo
La situación se agrava aún más por cuanto, en nuestra sociedad de la comunicación, los discursos tan fáciles de pronunciar son dudosos si no van acompañados del ejemplo, por cuanto el ejemplo es una enseñanza vivida, con una fuerza mayor. En caso de conflicto entre lo que se dice y se hace, el ejemplo siempre es más convincente que la palabra. Así lo entendió ya Santo Tomás: «Cuando las palabras de alguien disuenan de las obras, tales palabras dejan de ser dignas de crédito». E igualmente A. Manjón ya sostenía que «el mejor discurso será el buen ejemplo. Los ejemplos son los que más educan, los hombres y maestros ejemplares son los que más influyen en los niños y en los grandes».
La iglesia es divina y humana
La Iglesia, nos dice el Concilio Vaticano II, es divina y humana, divina y santa en cuanto a su mensaje, y humana y pecadora en cuanto a sus mensajeros. San Pablo nos recuerda que llevamos un gran tesoro, pero en vasos debarro (2Cort.4, 7). La Iglesia siempre es un medio para llegar a Dios, nunca un fin, que es la persona de Jesucristo.
Los escándalos de los mensajeros son de extrema gravedad, pues su labor es contraria a la misión encomendada, similar al médico o al hospital que en lugar de sanar, su actividad se orientara a enfermar a sus pacientes.
Tales hechos afectan siempre a la credibilidad de la persona y de la Institución, pero nunca a la veracidad del mensaje. Dios, Jesucristo, su Palabra, los sacramentos…, conservan íntegramente su valor al margen de los escándalos de los mensajeros que «dicen y no hacen» (Mt.23, 1). A estas personas hay que acusarlas de hipócritas, mentirosas, vividoras y dañinas al mensaje quepredican. Deterioran la Institución y ocasionan el abandono de la fe de aquellas personas, que por su escasa formaciónno saben separar el mensaje del mensajero.
La importancia de una formación religiosa razonada
La Formación Religiosa es el fundamento de la vida cristiana y, por tanto la respuesta adecuada para superar los escándalos y problemas de la Iglesia. Junto a la información es necesaria la educación, la creación de actitudes razonables. Ya S.Pedro sostenía que los cristianos debemos saber dar razones de nuestra fe (1Pe. 3, 15). Y San Anselmo, un gran filósofo y teólogo del siglo XII, afirmaba: «Creer para entender».
La fe y la razón son dos fuentes de conocimiento distintas que pueden ayudarnos a entender distintos temas de la vida humana. Tal es la tesis defendida por Juan Pablo II: «No hay, pues, motivo de competitividad alguna entre larazón y la fe: una está dentro de la otra, y cada una tiene su propio espacio de realización».
Ya el Concilio Vaticano II alertó del grave problema de una Enseñanza Religiosa mal impartida: «El descuido dela educación religiosa o la exposición inadecuada de la doctrina(...) han velado, más que revelado, el genuino rostro deDios y de la religión».
El Papa Francisco hoy, con sus denuncias proféticas, ha sido muy crítico con los abusos e injusticias del momento, más aún si tales injusticias procedían de los poderosos, porque criticar es separar la conducta valiosa de lo queno lo es, venga de quien venga.
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