El día 2 de noviembre la Iglesia celebra «la conmemoración de los fieles difuntos». Muchos son familiares y amigos nuestros.

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La muerte ha sido un tema y un problema desde el inicio de la humanidad. Un misterio, con múltiples preguntas que no llegamos a comprender: ¿ ... Por qué morir? ¿Acaba todo con la muerte?, ¿Existe vida después de la muerte? Preguntas que carecen de respuesta científica y, por tanto, de seguridad absoluta.

Repuestas a la pregunta sobre la muerte

Las respuestas han sido múltiples, sintetizadas en las siguientes:

1. No existe nada después de la muerte. El ser humano, como los animales, nace y muere. Tesis del Ateísmo y del Materialismo.

2. No sabemos si existe algo tras la muerte. Es una pregunta cuya respuesta ignoramos. Opinión del Escepticismo y del Agnosticismo.

3. Después de la muerte existe otra vida. Así lo afirma la Sagrada Escritura, el Teísmo y el Cristianismo.

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Tales respuestas se fundamentan en creencias.

Necesidad de las creencias

El ser humano, por naturaleza, es crédulo, poseedor de creencias que conforman nuestra existencia, como constató Ortega y Gasset: «El hombre, en el fondo, es crédulo, el estrato más profundo de nuestra vida está formado por creencias».

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua, aludiendo a su etimología latina «credere», sostiene que creer es «tener por cierto algo que el entendimiento no alcanza, o que no está comprobado o demostrado». Y también: «Dar firme asenso a las verdades reveladas por Dios». Así, el significado de creencia posee un sentido natural y otro sobrenatural.

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La fe es creer sin entender

Lo razonable es que no entendamos a Dios, pues la inteligencia infinita de Dios jamás podrá ser comprendida por la inteligencia finita y limitada del ser humano.

Cuando llegan momentos dolorosos a nuestras vidas, no podemos entender por qué las cosas son como son, pudiendo nuestro Dios hacer que sean mejores. Pero justamente la fe es no entender. La inteligencia infinita de Dios jamás podrá ser comprendida por la inteligencia finita y limitada del ser humano. Ya S. Anselmo, en el siglo XI, hizo famosa la frase: «Creer para entender».

La lógica de la fe en la vida eterna

El ser humano se resiste a morir. Como ya constató Heidegger: «Nunca la persona se resigna a no ser. Toda su historia, sus alta expresiones de arte, cultura, ciencia, son un afán continuado de perduración». Un sentimiento ideal que, desde la fe, se hace real.

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Ya Santa Teresa dejó constancia de la existencia de la otra vida en su famosa paradoja: «Vivo sin vivir en mí/ y tan alta vida espero/ que muero porque no muero».

Igualmente Cervantes en el Quijote: «Deja el llanto amigo, ya; que no es bien que se haga duelo por los que van al cielo, sino por quien queda acá».

Y también A. Manjón: «Jesucristo resucitado ha hecho de la vida una fiesta continua; puesto que el maestro resucitó para nunca más morir, nosotros no podemos ya morir, sino resucitar».

La razón humana parece también inclinarse a favor de la existencia de otra vida, que pueda ser la justicia y la compensación de ésta. Si todo acaba con la muerte sería una desgraciada para muchos inmigrantes, enfermos, hambrientos, esclavos, justos, honrados... Y una vida más dichosa para ricos, poderosos, inmorales, los que triunfan haciendo el mal. La sin-razón de la vida de los malvados, dictadores, injustos, asesinos..., que aquí no reciben castigo, es razonable que tengan una compensación en la otra vida.

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La muerte es un seguir viviendo

Así escribe S. Pablo a los Tesalonicenses:

«No queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los hombres sin esperanza (…) Allí estaremos siempre con el Señor. Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras».

Y también la respuesta de Jesús a Marta ante la muerte de su hermano: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre».

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Conclusiones

1. La muerte, ha sido un tema y un problema desde el inicio de la humanidad. Un misterio, con múltiples preguntas que no llegamos a comprender.

2. Ateísmo, escepticismo y cristianismo han dado respuestas muy diversas a la existencia de la vida tras la muerte.

3. La muerte para el cristiano es similar a las dos caras de una misma moneda: la alegría y de iniciar una vida mejor y la tristeza de la ausencia definitiva de la persona que amamos.

4. La razón parece también inclinarse a favor de la existencia de otra vida, que puede ser justicia y compensación de las injusticias y maldades de ésta.

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